La celebración del Dia de les Illes Balears -una fiesta instituida para conmemorar la aprobación del Estatut d'Autonomia de 1983ha evidenciado el inexistente sentimiento de 'balearidad' entre los habitantes del archipiélago, que nos definimos e identificamos como menorquines, mallorquines, ibicencos y formenterenses. Pero todos pertenecemos a la misma comunidad autónoma, elegimos y participamos en instituciones comunes, como el Parlament. Nuestra suerte política y nuestros recursos financieros están vinculados porque los fondos estatales se distribuyen desde Madrid con el criterio 'Illes Balears'. Después ya vendrá el reparto interinsular, que al final no convence a nadie.
Han transcurrido 34 años de la transición de provincia a autonomía.
Conseguimos -en gran medida por la presión de Menorca durante la preautonomía- la supresión de la Diputación Provincial y se crearon los consells insulars. 34 años después no hemos resuelto la ecuación 'Govern coordinador-Consells instituciones de gobierno de cada isla' versus 'Govern fuerte-Consells órganos de Administración Local'. La arquitectura político-administrativa de Balears sigue siendo una asignatura pendiente, el enorme peso demográfico y económico de Mallorca se transforma en un muro que difícilmente consiguen traspasar las islas denominadas menores. La distribución de recursos entre islas, léase ecotasa o Ley de Financiación de Consells, suscita controversias y críticas en función de los criterios que invoca cada isla. Los ocho diputados de Balears en el Congreso son elegidos con los votos del censo electoral mallorquín y no somos capaces de unirnos para articular reclamaciones conjuntas, más allá de los reproches mutuos. Ganaremos el día que seamos capaces de vencer el provincianismo y el auto-odio.
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