Una de las expresiones más comunes de los ideales del pueblo americano es el llamado «sueño americano» Como pasa con tantos conceptos sobre el ideal de una vida, es un concepto difícil de definir y que puede tener significados distintos para distintas personas. Una definición standard que aparece en los diccionarios es que el sueño americano es el ideal de que cada ciudadano de Estados Unidos tiene igual oportunidad de ser exitoso y próspero por medio de trabajo, determinación e iniciativa.
Para mí tenía una interpretación muy clara y era encontrar la oportunidad de tener una carrera en investigación con facilidades para llevar a cabo los trabajos y en grupos en que hubiera un trabajo colectivo con intercambio de ideas. Estas posibilidades no las vi en España en el año 1976 cuando me fui a Estados Unidos y allí las encontré. Para mí es el sueño era que el sistema y la sociedad te ayuden a cumplir tus objetivos en vez de frenarte.
Para muchos, este sueño americano era una realidad hace unas decenas de años, pero cada vez ha ido perdiendo fuerza. No es que no existan estas posibilidades de realizar tus sueños, lo que pasa es que cada vez es más difícil conseguirlo y por algún sector de la sociedad casi imposible. Esto ha sido una creciente preocupación de la sociedad americana.
Al hacer una afirmación como la que acabo de hacer, de que el sueño americano ha perdido fuerza, y por mi deformación profesional, me gustaría ser cuantitativo. Pero claro, para eso sería necesario medir un sueño. Eso es complicado, pero hay quien se atreve a hacerlo.
Un grupo de investigación de la Universidad de Stanford dirigido por Raj Chetty y en colaboración con economistas de la Universidad de Harvard han presentado recientemente resultados sobre la evolución del sueño americano en las últimas décadas. La forma en que miden la realidad de este sueño es viendo la proporción de hijos nacidos en un año determinado que ganan en su vida adulta un sueldo mayor que el de sus padres.
Evidentemente esta medida no engloba todas las formas de este sueño, pero nos da una primera indicación de cómo han evolucionado las posibilidades económicas. Además, el estudio separa los resultados en diferentes sectores sociales o que da una visón de la distribución del sueño dentro la sociedad.
Un resumen de los resultados de esta investigación se puede ver en el gráfico adjunto. En él vemos que los americanos de mi generación en un 90 por ciento ganaban más que sus padres. Pero esta proporción ha ido bajando sistemáticamente y así nos encontramos que para los nacidos al principio de los 80, la proporción se ha reducido al 50 por ciento. Este resultado así dicho no es malo, pero claramente el sueño de mejorar la situación económica se ha reducido para muchos. Los resultados dependen del estado social de los padres y la situación empeora para las familias de ingresos bajos.
Este tipo de análisis lo debería haber usado el Partido Demócrata para desarrollar su campaña electoral, pero no. El partido y Hillary en particular se preocuparon más de satisfacer a sus amigos de Wall Street que de enfocarse a los ciudadanos. Esto lo aprovechó Trump para lanzar su campaña. El recuperar esa América y ese sueño era lo que muchos ansiaban y él es lo que ofrecía, aunque nunca ha dicho cómo lo haría.
El vicepresidente Joe Biden describió muy bien en una entrevista en la cadena CNN el problema de Hillary Clinton. Dijo que él creía que Hillary nunca había entendido por qué se presentaba como candidata a la presidencia. En cierta manera lo hizo porque siendo mujer era la posibilidad de que existiera la primera mujer presidente de Estados Unidos. Pero claro, eso no es un programa. Su fallo fue no entender lo que querían y lo que necesitaban los ciudadanos. Para entender esos deseos y estas necesidades hay que tener capacidad de soñar, y quienes se anclan en el dinero han perdido esta capacidad.
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