En la ordenación episcopal de Francesc Conesa y su toma de posesión como nuevo obispo de Menorca, junto con los cardenales, arzobispos, obispos, vicarios generales y episcopales, presbíteros y diáconos, participarán el sábado los cinco seminaristas de la diócesis.
Ellos representan el futuro de la Iglesia menorquina la capacidad, la fuerza y la vitalidad de una pequeña diócesis como la nuestra que es capaz de aportar cuatro hombres que, tras escuchar en su corazón la llamada de Jesús, se preparan y se forman hoy para dar ejemplo, enseñar, aplicar y practicar el mensaje del Evangelio.
Otras diócesis, con más población y clero que Menorca, cuentan con menos seminaristas. Porque las vocaciones -cuyo descenso es calificado por algunos prelados como el 'primer gran problema' para el futuro de la Iglesia católica en Europa- surgen cuando hay un ambiente propicio en las familias. Cuando los niños y los adolescentes reciben una educación inspirada en los valores cristianos. Cuando el ejemplo moral, el esfuerzo abnegado y diario, y la dedicación a la sociedad que descubrimos en los buenos sacerdotes se convierte en la semilla que hace germinar el compromiso de apacentar y pastorear las ovejas.
Francesc Conesa, tras ser examinado sobre su fe y su futuro ministerio, según la antigua regla de los Santos Padres, accederá a la cátedra del obispo Severo en el presbiterio de la Catedral de Ciutadella.
En este momento de la ordenación se convertirá en el nuevo pastor de esta diócesis.
La Iglesia menorquina cierra la sede vacante y abre una nueva etapa con una trayectoria de siglos en la que ha perseverado para dar ejemplo de fe, desde la humildad en unos casos, y el heroísmo en otros. Erraron quienes intentaron suprimir la sede episcopal de Menorca porque somos una tradición viva y con futuro.
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