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Melchor, Gaspar y Baltasar están encantados, oye. Cada año que pasa tienen que hacer menos trabajo y acaban antes el reparto. Con esto de las nuevas tecnologías, ni se preocupan por la mitad de las cosas que hacían antes y viven como quieren. Dicen las malas lenguas que este año ni siquiera han salido de Benidorm y que andan correteando como jovenzuelos detrás de las faldas de las suecas que pasan allí las fiestas.

Antes las pasaban canutas descifrando las cartas de los niños y niñas. En passaven un fum para entender el montón de garabatos que con toda la ilusión dibujan, más que escriben, los más pequeños de la casa. Ahora, entre esto de los emails que se mandan con la letra Times New Roman a tamaño 14 y el invento que permite interpretar cualquier garabato escrito, avanzan que da miedo. Además, tienen un departamento de duendes de Papa Noel que están pluriempleados que se encarga de solventar desajustes y correcciones.

Hay más puestos de trabajo, sí, pero las condiciones y los salarios todavía tienen que mejorar y esto obliga a los mágicos ayudantes de Santa a pluriemplearse a partir de la mañana del 25 de diciembre para llegar a final de mes. Sus Majestades están encantadas, ya que no tienen el cuerpo ya para tantos estragos y van más relajados. Los dos mil y picos años, quieras que no amigo lector, pesan.

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Tampoco tienen la espalda para andar de aquí para allá en camello cruzando desiertos, bosques, mar y lo que haga falta. Ahora tienen un ejército de drones que usan para repartir los regalos. Son más rápidos, más eficaces y les ahorran a Baltasar, Melchor y Gaspar algunos desagradables encuentros con mascotas más fieras de lo que debiera. Además, los pequeños aviones son eléctricos y de bajo consumo por lo que se cargan ellos solos al llegar al hogar.

Sus Majestades, que se están planteando cambiar de residencia y fijar su nuevo hogar en la costa española por aquello del «paella + sangría 5 euros», usan el Google Maps para seguir la evolución del reparto mientras le piden a Paco, el simpático camarero, otra ronda de sangría. Y los camellos, con su correspondiente retiro dorado en un prado más verde que la esperanza, encantados también. ¿Quién le hace ascos a las nuevas tecnologías?

dgelabertpetrus@gmail.com