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Jordi y Montse han pedido a los reyes magos en su carta un scalextric, la patrulla canina, los patines de Soy Luna, el lego de Star Wars y... una república catalana. Además, con tal propósito, recibieron ayer a sus majestades de Oriente agitando una bandera estelada independentista al paso de la cabalgata por las calles de Barcelona, como hicieron miles de niños en otros puntos de la geografía catalana.

Cumplieron así con el llamamiento zafio que hicieron a principios de semana la Assamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural a los niños de aquella Comunidad.

Ambas entidades soberanistas ejercieron una utilización perversa y lamentable de la inocencia infantil para «internacionalizar el proceso catalán y dar mayor visibilidad a la demanda del referéndum», explicaron.

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No basta con politizar constantemente el deporte como plataforma reivindicativa donde solo debía aparecer la práctica saludable y la afición o la pasión por unos colores afines. Tampoco es suficiente con adoctrinar a los niños inyectándoles con descaro el independentismo desde las escuelas bajo la tutela dictatorial que marca la Generalitat en Cataluña desde hace demasiados años.

Ahora el viaje a ninguna parte emprendido por los defensores de la nación catalana desconectada de España pretende apropiarse de la ilusión que supone para los niños la llegada de los Reyes Magos, de la magia de una tradición arraigada en España -Cataluña incluida- para ensuciarla con proclamas que pretenden inmiscuirse en la candidez de los más pequeños.

El «procés», dicen, está en marcha pasando por encima de jueces, Constitución y de los catalanes que lo rechazan, aunque éstos no ondearan ayer ninguna bandera en las cabalgatas de los magos. Resulta curioso que ANC y Omnium no solo manchen la ilusión infantil sino que se dirijan a unos reyes para pedir una República. ¿Será que en el fondo son monárquicos?