Cuando 2016 da sus últimos coletazos, uno se pregunta qué ha pasado realmente importante tras la avalancha torrencial de los acontecimientos vividos. Podemos entretenernos en clasificar y distinguir entre los hechos que saldrán en los futuros libros de historia, las nimiedades que se lleva el viento o aquellos sucesos personales significativos cuya importancia depende básicamente de nosotros. No resulta fácil separar el trigo de la paja en este batiburrillo informativo. Demasiada información sobrecalienta las neuronas y nos confunde. Por eso, no podemos evitar hacer constantes valoraciones, poner las cosas por orden de importancia, elegir a cada paso que damos. De ahí que la configuración del mundo varíe según cada persona y sea única e irrepetible. Nuestro universo empieza por lo más próximo y se difumina a medida que se aleja del círculo íntimo que nos conoce, acepta y acoge. Esto no quiere decir que lo lejano no nos acabe afectando. Europa se siente amenazada y Trump es el último descubrimiento de América.
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Resumiendo
18/12/16 0:00
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