Aún me río, lo confieso. Menuda torta se llevó el amigo Youtuber que llamó Cara-Anchoa al repartidor. Le pega tan fuerte que creo que el tupé le crece dos centímetros de la impresión. Y en mi opinión se la merece, para qué te la voy a negar. No porque vea lícito que el personal vaya por la calle soltando sopapos a la mínima o cada vez que el cable chispea sino porque el chaval ya acumula unos cuantos videos en los que se burla de la gente con cámaras ocultas. Y cuando flirteas con fuego, al final te quemas.
Ojo. El repartidor tampoco creo que haya obrado bien, no es de recibo que por un insulto más gracioso que hiriente le cruces la cara mandándolo de uno huso horario al otro. Pero viene bien una cura de humildad como esta, un mensaje multitudinario que le diga a los millones de adolescentes que consumen este contenido que no todo vale y que en la vida hay matices que se deben tener en cuenta. A lo mejor a ese repartidor lo tienen explotado en el trabajo, su pareja lo acaba de dejar o le han comunicado que algún ser querido tiene un problema grave de salud. Argumentos que te descolocan emocionalmente y que te dejan a un cortocircuito de mandarlo todo al carajo. Y claro, te viene un gracioso y como si hubiese comprado todos los números de la loto, le suelta una galleta con su correspondiente vaso de leche.
Esta escena ha provocado, como pasa en muchos otros escenarios, que aparezcan de la nada expertos en «Todología», doctores en «Sabelotododismo» e ingenieros de la universidad de la vida que acusan y juzgan a uno y a otro desproporcionando el tema miserablemente y convirtiendo esta especie de chirigota en escándalo nacional. Y como borregos, le seguimos la pista al tema interesándonos más por cómo le queda la cara al muchacho o si el currela ha sido despedido que, por ejemplo, por la atrocidad que se está viviendo en Alepo.
Ya te digo, no sé si yo habría reaccionado igual porque los matices lo condicionan todo, pero te aseguro que me he reído mucho. El tortazo que le pega y que me extraña que no se lo haya llevado antes viendo como vacilaba a la gente en vídeos de su canal, lo firmaría el mismísimo Bud Spencer.
Hay que quedarse con lo positivo, que todo el mundo ha aprendido algo de esta situación. El repartidor a lo mejor tiene que templar los nervios con una tila antes de empezar la jornada, el Youtuber no puede ir vacilando al personal por la vida y los físicos han descubierto que se puede viajar en el tiempo con una hostia bien dada.
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