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Ahora le ponemos nombre a todo. Cada día está dedicado a alguna causa. Y todos los síntomas tienen también su nombre, como «el síndrome Burnout». Llevo unos días que me encontraba cansada física y emocionalmente. Autónoma, dos bebés, responsabilidades, la casa, el perro, ... todo es hermoso, gratifica, y crees que puedes con ello y no es cierto. Porque no soy ninguna heroína, ni supergirl, ni superwoman. Soy una persona que intenta hacer bien su día a día, e intento ser buena madre. Pero casualidades, por Internet, justo en este momento, venía explicado este síndrome con el que me siento muy identificada. Y dice así, «el Síndrome de Burnout es «una respuesta del organismo cuando ha estado sometido a un periodo de estrés intenso y prolongado, tanto desde el punto de vista físico como emocional. Se siente agobiada y cansada. Sensación de frustración e impotencia de no llegar a todo, o no dejar la casa a punto, o la comida, los niños...».

El artículo da pautas para solucionar este síndrome: priorizar las tareas del día, reservar unas horas solo para ti, pedir ayuda, asumir un estilo de vida más sano. Y leyendo estas pautas te dices mentalmente ¡qué fantástico, si yo pudiera!, ni siquiera nos damos esa tregua con nosotras mismas. Desde luego queda demostrado que nuestro «yo» es nuestro propio enemigo.

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Hace poco una mamá me decía que necesitaba hablar conmigo porque va a tener a un segundo hijo y quería saber cómo me organizaba para no morir en el intento, y más cuando no tienes familia cerca que te ayude. Le dije «tener un buen compañero en casa». Es fundamental que el papá, y si no alguien de confianza, eche una mano de puertas para adentro. La maternidad como la paternidad es bonita, pero también es dura. Noches sin dormir que se acumulan, responsabilidades durante el día, practicar la disciplina positiva que muchas veces se traduce en desaprender como adulto y aprender actitudes hacia los pequeños que no lo vimos o no nos lo enseñaron en nuestra infancia. Saber que estás hablando a niños de meses o dos años que aún no razonan como un adulto, y creemos que sí, agota. Y quedamos extenuadas de todo el ejercicio mental que hay que hacer con ellos.

Leí en el arranque de este artículo «la madre perfecta no grita, no se desespera, no pierde la cordura y, sobre todo, no existe». Esta frase me reconforta en parte, aunque sé que no es el camino a seguir porque la crianza y educación hacia nuestros hijos en una herencia que siempre recordarán. Con lo que vengo a decir que las heroínas solo existen en la ficción. Y bravo por toda aquella mamá que intenta ser buena madre. Que se relaje que la perfección no existe aunque nos la quieran vender.

@supervanfamily