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Un pequeño grupo de cristianos que vivía en la zona de expansión urbana de Ciutadella comprendida entre la plaza dels Pins y Sa Platja Gran -un barrio obrero- acudía en 1964 a la capilla de Sant Esteve, ubicada detrás del antiguo ambulatorio de la Seguridad Social.

En este pequeño espacio Llorenç Olives Galmés, entonces profesor del seminario diocesano, oficiaba la Eucaristía los domingos.

Era el embrión de la nueva parroquia de Sant Esteve, que ahora conmemora el cincuenta aniversario de su fundación en torno a la personalidad y la trayectoria de los cinco rectores que la han dirigido: Llorenç Olives, Antoni Sintes Anglada, Jaume Albert Vidal Pelegrí, Francesc Triay y, desde julio del 2002, Joan Bosco Faner Bagur.

A mediados de los años 60 la Iglesia menorquina vivía momentos de cambio. En 1965 el obispo Bartolomé Pascual, al cumplir los 90 años, presentó la renuncia y el obispo de Mallorca, Rafael Alvarez Lara, fue nombrado administrador apostólico. Le correspondió definir la nueva demarcación pastoral de Ciutadella con tres nuevas parroquias: Sant Esteve, Sant Antoni Maria Claret y Sant Rafel.

El historiador Miquel Àngel Casasnovas ha resumido en el libro «Mig segle de la parròquia de Sant Esteve (1996-2016)» los principales hitos de esta comunidad parroquial, cuyos orígenes describe Bosco Faner, al referirse al núcleo promotor e ilusionado de aquellos cristianos, impulsados por Llorenç Olives: «aquel primer grupo, gracias a los aires nuevos del Concilio Vaticano II, consiguió presentarse frente a las imágenes clásicas de las parroquias e iglesias de aquel momento, como líder de un nuevo estilo».

Otro estilo en la construcción de la nueva parroquia, de presencia, de hogar abierto y acogedor. Cincuenta años después, Sant Esteve mantiene esta frescura y este estilo.