Despedimos agosto como lo hacemos con aquellos familiares lejanos e insoportables a los que muchos tienen que aguantar en casa y que tienen el morro de estirar al máximo cualquier parentesco para beneficiarse de una semana de cobijo en la Isla a todo trapo. Si, de esos que no vuelves a saber nada hasta el año siguiente, cuando el cariño y la añoranza familiar se avivan. Los despedimos fent un alè.
Con el paso de los años hemos desarrollado una especie de psicosis colectiva al octavo mes del año. A muchos nos pasa con agosto como le pasaba al humorista Gila con el enemigo. Sabemos que está ahí, que va a venir, que no tendremos más remedio que enfrentarnos pero lo vamos posponiendo porque no nos apetece para nada. Sabemos que volverá el colapso en las carreteras, los ruidos artificiales y el escándalo en las playas, el caos en los parkings, una especie de apocalipsis en los supermercados, el chulanga de tupé, camisa y bañador, el noi alternatiu con sus correspondientes perros en la playa, los agobios y la sensación de que aquello que tan nuestro sentimos que es durante casi todo el año, lo perdemos a lo largo de 31 interminables días.
Todo eso, y muchas otras cosas, volverán sin que hayamos aprendido nada al respecto. Somos una Isla que quiere vivir del turismo sin turistas y donde la mayoría que defiende esta especie de eslogan se queja pero no hace nada al respecto. Ni siquiera los que mandan. No invertimos en industria, no apostamos por la desestacionalización, no abrimos nuevas vías económicas… No. Nos quejamos, maldecimos y nos irritamos cuando llega una panda de 'forasters' a nuestra playa favorita con su yate y desembarca un arsenal de sombrillas, tumbonas y farándula varia y optamos por seguir leyendo «Es Diari» y despotricando por lo bajini.
Tenemos lo que nos merecemos. Aunque caiga como un plomo semejante afirmación. Si no somos los primeros interesados en desestacionalizar el turismo, agosto seguirá siendo el mes del año que servirá para parchear todos los agujeros que se producen los once restantes y donde dejaremos que todo valga con tal que vuelvan. Si no apostamos por una industria que exporte el excelente producto que aquí se fabrica, agosto seguirá prostituyéndose al mejor postor. Y dentro de 365 estaré aquí, assegut a sa vorera hablando de lo mismo. ¿Te apuestas algo?
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