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Pasando olímpicamente de los problemas políticos, seguimos devotamente las hazañas deportivas de Río 2016. Ha estallado la fiebre del oro y Río de Janeiro nos ha devuelto la emoción de un planeta unido en lo que compartimos, empezando por el ecosistema, sin renunciar a la individualidad que hace que la convivencia sea un reto extraordinario. El mundo diverso, lleno de contrastes e intereses enfrentados, podría resumirse en una sola ciudad superpoblada: un microcosmos.

Ganar una medalla, subir al podio, escuchar el himno… son el resultado del incansable esfuerzo en busca de la superación. El barón de Coubertin consiguió que se retomase una bella tradición griega, dando lugar a los Juegos Olímpicos modernos. Un tipo muy interesante, el barón. Un soñador de los buenos.

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El jueves vuelve el foro (palabra originaria de la antigua Roma) en la Illa del Rei. ¿Qué ha quedado de Grecia y Roma, además de foros y olimpiadas? La incultura es una forma de amnesia demasiado extendida.

En esta ocasión, el tema a tratar en el magnífico enclave portuario será la gastronomía de Menorca, con unos bien escogidos ponentes para abrir el apetito de saber, debatir, proponer y degustar.

Amar lo que fuimos, a los que fueron, se fueron y lo que hicieron, nos dará la receta adecuada para encarar con inteligencia y acierto lo que todavía está por venir. Solo así conseguiremos un futuro sabroso, equilibrado, saludable y feliz.