Vía libre
Pagamos todos
02/08/16 0:00
Desconozco qué placer extraño y desde luego malsano debe producir ver cómo algo arde y queda carbonizado. La justicia debería emplearse a fondo en el castigo de los pirómanos que arrasan zonas forestales, destruyen ecosistemas que tardarán años en recuperarse y amenazan vidas humanas. En un verano seco como este, la alerta en los bosques es constante, pero de un tiempo a esta parte esa fascinación enfermiza por quemar ha llegado a los cascos urbanos. Esa fiebre incívica por destruir contenedores que comenzó en Ciutadella y que ahora afecta a Alaior -ya han perdido 14 de esos recipientes en este último municipio-, parece que se contagia y no tiene fin.
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