Hay gente ñoña de toda ñoñez, pija hasta dejarlo de sobra. Por las mañanas, antes de que el sol se ponga fanfarrón, obligando a mi perrita Lluna a ir andando pegada a la pared, aprovechando la miaja de sombra que aún consigue, me suelo encontrar con Chus que ha sacado a su perro Paco, que es un mil leches que le regalaron rescatado de una perrera donde el pobre animalejo fue a dar con sus huesos por ser feo con ganas. Pero Chus va toda orgullosa con paco, para, como dice ella, que el animalejo haga popó.
A veces nos encontramos con Ángela, moza sin pelos en la lengua donde las haya, que saca a pasear a su bichón maltés blanquito. «Mira, por ahí viene la pija esa, voy a soltarle una fresca. ¿Qué tal Chus? ¿Ya te ha cagado Paco?» «Pues no, aún no ha hecho lo gordo. ¡Vamos Paco, que no tenemos toda la mañana, haz popó!» Paco tiene pocas ayudas con Chus que ignora que los perros, mayormente, son de aliviarse donde lo han hecho antes otros congéneres.
Con esa vaina de sacar a Lluna por las mañanas, he descubierto que se liga un montón. Chus es pija, muy pija, pero está como un queso, A veces, incluso le digo que Paco, el mil leches, no es feo…si acaso una miaja difícil de catalogar. Para que me entienda Chus, que no acabo de atar los cabos, con tu perro no sé si es un pachón cruzado con una liebre, o una liebre cruzada con un pachón. Esas orejas de Paco son las que me desorientan.