El planeta, o lo que mayormente nos rodea más a mano, no va hacia donde quisiéramos y hace falta valor para cambiarlo. Nuestra día a día no goza de la fama, el éxito, la felicidad o bien la tranquilidad que quisiéramos, y hace falta valor para corregir el rumbo. Tenemos un miedo atroz a algo y para superar el trauma hace falta valor. Nuestra existencia, en fin, requiere de cierto valor. Pero el valor ni es bueno ni siempre es sinónimo de valentía.
Ya en los primeros moradores de la Humanidad hubo alguien que le echó valor plantándole cara a la noche, aquel misterio que escondía la luz durante un tiempo, para dejar de huir de ella. Los grandes aventureros le echaron valor para salir de la comodidad que los rodeaba para salir a explorar y conocer el mundo. Y luego, los pensadores combatieron con valor la necesidad empírica del ser humano de acompañar su evolución física con la racional. Alguien tuvo el valor de decir, por ejemplo, «Pienso, luego existo». Otros existen sin que a día de hoy hayan llegado a pensar. Ni a sentir.
A lo largo de la historia ha hecho falta valor para empezar una guerra pero mucho más valor para pararla, pero por el medio han quedado tantos valientes que contra la injusticia le han echado valor y la han combatido. Hace falta valor para seguir sonriendo cada día cuando el mundo tiene por costumbre devolverte una mueca de indiferencia gris y triste.
Hace falta valor, por estirar el ejemplo, para ser del Atlético de Madrid pese que la fortuna acostumbra a marcharse con el otro. Hace falta valor para tener un sueño y entregar todo lo que tienes en la lucha para hacerlo realidad. Y cuando lo logras, hace falta valor para mirar atrás y ver todo lo que has conseguido.
Hace falta valor, amigo lector, para asumir las victorias pero mucho más para hacerlo con los fracasos, para sacar pecho ante los aciertos pero todavía más para hacerlo en los errores. Sobre todo en los errores.
Hace falta valor para atropellar a una persona y largarte sin preocuparte ni siquiera por su estado. Hace falta valor para encerrarte en tu casa, esconderte vilmente y puede que leer estas líneas en lugar de dar la cara. Hace falta valor para llegar a ser tan cobarde.
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