Desde hace varios días, el Camí de sa Caleta, que enlaza el nuevo puerto-dique de Son Blanc con el centro urbano de Ciutadella, se ha transformado en una concurrida avenida que acoge el paso de los pasajeros, llegados a Menorca desde Barcelona y Alcúdia, para vivir las fiestas de Sant Joan.
Llama la atención la corta edad de estos alegres visitantes santjoaners, en su mayoría adolescentes con pantalón corto y las hormonas revolucionadas. La cita lúdica del 23 y 24 con Sant Joan, celebración de origen religioso y raíces payesas, se transforma en una fiesta de iniciación. Unos días lejos de la disciplina paterna y los ordenados horarios del domicilio familiar.
«Anar a ses festes de Sant Joan» constituye un 'premio' para quienes han aprobado el curso escolar y tienen la oportunidad de desinhibirse. ¿Qué conocen estos muchachos de la historia y la tradición que durante siglos ha sabido conservar y transmitir el pueblo de Ciutadella?, ¿les interesa el contenido de los actos que se celebran, el significado de cada uno de los caixers y la vigencia de unos Protocols que dan sentido a estas fiestas?, ¿comprenden que Sant Joan constituye una fabulosa representación de la desaparecida sociedad estamental de la época medieval?
La espectacularidad y la belleza de las fiestas de Sant Joan, con los centauros como grandes protagonistas de los caragols, jocs i corregudes atraen cada año a miles de personas a Ciutadella.
La masificación, que constituye el principal problema, obliga a aprobar a planes de seguridad y protección, con la movilización de más de 400 efectivos, entre profesionales y voluntarios.
Estas fiestas maravillosas, de las que tanto nos enorgullecemos y cuya celebración esperamos cada año con expectación, pueden morir de éxito. ¿Lograremos evitarlo entre todos? Porque Sant Joan no es un botellón.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
De momento no hay comentarios.