Después del agnóstico, dudo entre situar el «sexista» o el «letraherido»: durante muchos años ambos mantuvieron una fluída relación con este escribidor que, el paso del tiempo ha menguado, pero no eliminado…
Los viejos lectores, o sean mis contemporáneos, quizá recuerden (lo he contado antes) que en el año 53, acabado el servicio militar, me largué a París exclusivamente para colmar mis dos únicos deseo-ilusión: leer y ligar… Fui un emigrante atípico, llegué con las 500 pesetas que me prestó un cura párrco rural, previo largo sermón sobre las francesitas, y estuve intermitentemente cuatro años. Trabajé (sin permiso de trabajo) en varios cafés, ( uno de jazz), en un teatro como tramoyista, y finalmente, recepcionista de hotel. Mi dinero gastable procedía de las propinas, que me bastaba para ir al cine cada semana, alguna vez al teatro y,sobre todo, para perseguirlas a ellas...Y los libros.
Con las chicas el resultado era alentador. Lo curioso es que la mayoría de víctimas no eran francesas; las que podría uno quizá seducir trabajaban en el centro pero habitaban lejos, en la banlieu. El vivero estaba en el Institut Français o en la Alliance francaise, boulevard Raspail, adonde acudían cientos de chicas extranjeras, incluídas españolitas, que no se andaban por las ramas, salvada sea la viginidad. Vivian en residiencias ad hoc o en pisos alquilados. Burguesitas,con algún dinerillo casero. En fin…