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No hay nada tan gratificante como el amor. Creo que tampoco hay nada tan importante. El amor debería mover el mundo, aunque a veces, ay, lo mueve el odio. Jesucristo edificó su Iglesia no sobre la piedra de Pedro, sino sobre el amor. La religión del perdón y del amor. El amor, como la fe, mueve montañas. Mueve también ríos de tinta, porque en todas las historias, en todas las novelas se puede encontrar cuando menos una pizca de amor. El amor mueve, además, todo el negocio del espectáculo, donde predominan las canciones de amor, las silly love songs que decía Paul McCartney. Los místicos españoles estaban poseídos de amor sagrado, los endemoniados están poseídos de amor profano, de pasión desmedida, pensamientos libidinosos y elucubraciones contra natura. La inveterada relación amor odio. ¿Que por qué hablo tanto del amor? Porque ayer mismo mi amigo Sirenio, al que llaman Enio, me contó que una vez había visto un hombre desnudo caminando tan campante por las Ramblas de Barcelona y había abierto unos ojos como platos. No se lo podía creer. Con la de veces que los padres salesianos nos predicaron que por un solo pensamiento lascivo, por imaginar a una mujer desnuda ya nos íbamos a condenar para toda la eternidad. ¿Y por un hombre desnudo? ¿Qué deberían de dar por un hombre desnudo? No imaginado, sino allí, en pelota picada, paseando como si tal cosa entre las parejas de padres recientes con sus cochecitos, los nenes de pocos años con sus andares tambaleantes, las señoras ancianas y cabizbajas que van rezando para sus adentros, acordándose de los paseos dominicales con sus difuntos maridos. Allí, ante los ojos de todo el mundo. Y me dijo Enio que para colmo el tal individuo tenía un 'si me amas' morrocotudo, algo espantoso, algo que llamaba muchísimo la atención.

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En seguida supe a qué se refería con lo de si me amas, pero confieso que no había oído llamarlo así en mi vida. Si me amas me traía a la cabeza todas esas frases de amor que han movido y mueven el mundo, pensamientos elevados, con los ojos alzados al cielo, pero nunca miradas furtivas por lo bajo al péndulo descomunal de un hombre bien dotado y por añadidura descarado que andaba en traje de Adán por esas Ramblas de Barcelona. Sí, mi madre lo llamaba el pajarito, s'ocellet, y creo que en Mallorca le llaman 'pardal', que viene a ser gorrión. Creo que tiene muchos nombres, algunos claramente ofensivos, otros no tanto. Por aquí le dicen es joc bo, pero tengo que reconocer que 'si me amas' incluso tiene algo de poético. Lo que no me dijo mi amigo Enio es si junto al hombre desnudo de las Ramblas iba su pareja enseñando el 'bésame mucho'.