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Está demostrado. A nivel de país, cuanto más en serio nos tenemos que tomar las cosas, más claro queda que nos importa un pito. Y por el contrario, cuando más cachondeo, broma y vergüenza ajena se acumula, más nos involucramos casi todos. El ejemplo más evidente es el de Eurovisión. A la mayoría ni nos va ni nos viene, nos cuesta recordar cómo se llamaba la canción o la cantante de este año, imagina la del año pasado. En cambio todo el mundo se acuerda de Rodolfo Chikilicuatre. O como se escriba.

Puede que, con vistas a las segundas elecciones, los partidos tengan que replantearse lo que ofrecen a los votantes en general. En la primera votación quedó claro que aunque el país se vaya al garete, a los españoles no les viene bien salir a votar. Quizás si los partidos ofreciesen su particular Chikilicuatre o transformaran la elección en una especie de guerra entre frikis, el personal se implicaba más.

Podemos e izquierda Unida ya se lo huelen y han organizado una especie de performance bochornosa en la que simulan que son amiguísimos de toda la vida y que se encuentran por las calles de Madrid. Confío en que los demás respondan sin llegar a ser tan cutres. Porque al abrazo casposo solamente le faltó Isabel Gemio y la sintonía de «Lo que necesitas es amor».

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Lo sé, habrá quién se sulfure leyendo lo que escribo porque no tengo ni idea de lo que se luchó por tener una democracia y bla, bla bla. La realidad es la que es, a casi un 30 por ciento de los españoles se la trajo al pairo las elecciones. Si por ejemplo, el PP, el PSOE y Ciudadanos se reparten a Darth Vader, Han Solo y Luke Skywalker, seguro que la participación es otra. O Carmen de Mairena, Belén Esteban y Nacho Vidal, por decir algo.

Puede que a lo mejor no arreglemos el país, pero de mientras echamos unas risas. Y sino, siempre nos quedará el chiste de que Nacho Vidal viene con el sable de luz incorporado. Feliz sábado.


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