Me quedé patidifuso cuando un vástago de la buena sociedad isleña me dijo, literalmente: «Mi madre trabaja en cueros». Pensé que no eran cosas de las que alardear con el primer desconocido que se te pusiera por delante, de modo que por un momento no supe qué decir. Confieso que cuando al fin hablé no fue para quitar hierro con mi ocurrencia más delicada, porque dije: «Tu padre estará contento». La respuesta fue alucinante: «Sí, claro, él también trabaja en cueros». ¡Qué modernos! Imaginé que, cuando menos, en invierno tendrían una buena calefacción. Imaginé, también, que se trataba de un bar de despelote, o de un burdel refinado con bailarinas y todo. Creo que hasta se me subieron los colores a la cara. Por fortuna no llegué a meter la pata, porque ya estaba a punto de pedirle la dirección cuando el muchacho agregó: «Mi padre tiene un almacén de pieles, y mi madre lleva la tienda, donde vende bolsos, cinturones y demás». Creo que en lugar de «y demás» dijo: «Y toda la pesca». Menuda pesca. Piensa mal y acertarás. Yo había llegado a imaginar por un momento que se trataba de un pintor y su modelo, y que en lugar de pintar angelitos desnudos, convenientemente provistos de alitas en el cuello, pues… Ejem".
Les coses senzilles
Confusiones
02/05/16 0:00
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