No es que me sepa las cartas de San Pablo de memoria, es que esta cita aparece en Wikipedia en primer plano, y se parece demasiado al comienzo que quería dar yo a la epístola que tienen ahora entre las manos, queridos lectores, y que rezaba así: «Si no tengo morro, no me como un colín»; y no he querido dejar pasar por alto tan feliz coincidencia estructural.
Amado Mariano. Empezaré por ti para compensar que el Rey te deja siempre para el final en esas excitantes rondas de pases de salón que os tenéis montadas. No te diré ya «sé fuerte» porque creo que tu contrastado morrazo (siempre se te olvida mencionar la corrupción en tus mítines) demuestra tu fortaleza. La verdad es que si vais a reperpetrar campaña electoral (y ahora me refiero a todos los candidatienses) me sorprende, qué digo me sorprende, ¡me admira! que os quede moral para repetir vuestros cuentos ya revenidos, máxime cuando ahora debéis añadir a los mantras clásicos el señalamiento de la culpa ajena por el fracaso de vuestra tarea.
A ti te digo Pedro que sobre esta piedra ibas a edificar un gran sueño: tener la potestad de cambiar el tresillo blanco de recepción en la Moncloa (espero que el nuevo presi lo defenestre, es incómodo y soso, con esos cuadros anodinos de fondo, solo superados por el Tàpies tristón del salón donde ponen cara de importancia los gobiernos catalanes). A falta de milagro de última hora, me va a dar mucha pena verte despilfarrar repeticiones argumentales que, siendo las más de las veces asaz endebles, has sermoneado con apabullante ahínco, acompañado de tus fieles monaguillos, Hernando y Luena, y que resultaron de cagarse de admiración.
Querido hermano Pablo. Si no lo veo no lo creo. No es nada personal pero es que me parece que ir tan sobrado empieza a hacerte patinar. Creo sinceramente que eres listo; que tienes un nivel intelectual muy por encima del mío y el de la mayoría de nosotros (pueblo llano); que tienes un proyecto (aunque no estoy seguro de que sea el que predicas); que tenías más razón que un santo cuando señalabas que esto está bastante podrido; que levantar la liebre de la connivencia de los poderes fácticos durante lustros para robarnos la pasta, la salud y la educación fue algo que debemos agradecerte a ti (aunque no sólo a ti -el 15 M y otros indignados también ayudaron-); que varias de tus ideas son tan razonables como la de dar portazo a la corrupción, al mamoneo en general. Pero tío, es que empiezas a actuar como lo que criticas. Eso no mola nada. Ni estudié políticas ni pienso citar a Parménides, ni a Piaget ni a Jung, ni siquiera a Maduro, por si meto la gamba. Me citaré a mí mismo: me mola más Errejón, tan preparado como tú pero menos egocéntrico. Tampoco me mola mucho tu visión de la prensa cuando te vienes arriba. Y todavía hay otra cosilla en la que discrepo de ti. Te la cuento y dejo de darte la brasa: Yo ni me alegro ni me dejo de alegrar que Otegi haya salido del trullo, pero afirmar que sin personas como Otegi no habría paz es tan absurdo como decir que sin personas como Aznar no habría justicia ni decencia en el mundo.
Sobrio Albert. Imagino que también tú tendrás tus cosillas en la trastienda (me estoy volviendo suspicaz), pero a ti aún no te he pillado en renuncio gordo. O quizás seas legal. Vaya usted a saber. Pues eso, que si eres más chungo de lo que aparentas, las urnas te castiguen, y si eres sincero que te lo premien.
Hermano Garzón, ya sabes que te aprecio pero no te puedo votar porque no comulgo con el ideario comunista.
El resto que se den por besados.
En general puedo añadir cariñosamente desde mi puro instinto de contribuyente pringado harto de pagar aeropuertos de atrezzo y otras juergas, que el dinerillo cobrado por diputados y senadores en estos meses de vacile preferiría humildemente que se hubiese invertido en igual número de cirujanos en hospitales públicos. Hubiera incluso salido más barato.
Que ustedes (candidatienses) lo sigan pasando bien.