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JUEVES, 7
Los cumpleaños de la edad provecta producen una extraña melancolía. Mientras deambulo por es carrer de ses Moreres, donde nací hace ya un montón de años, observo a viandantes, jóvenes en su mayoría a los que no conozco, coronados por cabellos erectos, brillantes y en ordenado desorden y enfrascados en frenéticos tecleos de sus teléfonos móviles, hombres embutidos en chilaba, mujeres con el cabello cubierto igual que nuestras madres in illo tempore cuando iban a misa, otras con cabellera de colores, comercios-franquicias que no me evocan nada salvo otros similares en cualquier ciudad del mundo…

Algún esporádico uep aquí no logra sacarme del ensimismamiento; por el contrario, sufro una especie de alucinación y empiezo a vislumbrar estampas de mi niñez paseando por las mismas calles, rostros de amigos y familiares desparecidos sonriéndome (¿irónicamente, quan vens?), contemplo también en alegre actividad comercios emblemáticos (Hotel Sevilla, Can Viñas, Librería Can Mica…) hoy engullidos por la poligonomanía y la amazonización. Comienzo a ponerme demasiado melancólico reflexionando sobre un mundo que se va y otro que no acaba de nacer, etcétera, cuando una voz tribal acude al rescate:

- ¿Viste anoche a Messi?
- Oh, yes.
- La coça i clotellada no puede con él, aunque la disfracen de intensidad.
- Oh, yes.

Y prosigo mi camino francamente aliviado, pero enseguida me acuerdo de mi padre que no pudo disfrutar de la Pulga mágica y vuelve el spleen…

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VIERNES, 8
Maremoto de especulaciones políticas. Como dijo hace meses Felipe González, vamos a una democracia a la italiana pero sin italianos, es decir sin finezza negociadora. Por mucho que a las autoridades europeas y a los omnipresentes mercados les gustaría una grossen coalición, o sea a la alemana, entre socialdemócratas y liberales, no se atisba en el horizonte: el rodillo de los últimos años ha sido demasiado aplastante.

Habrá que empezar por olvidarse de retóricas sobre «coaliciones de perdedores» por quienes no entienden que en un sistema parlamentario no gobierna necesariamente quien gana las elecciones sino quien es capaz de configurar una mayoría alternativa, lo que por otra parte viene ocurriendo repetidamente en Europa… O bien prepararse para una segunda vuelta, la salida más probable dado el enroque.

SÁBADO, 9
Y parió la burra, con perdón. Artur Mas da un paso al costat y se va de la primera línea política «corrigiendo a través de la negociación lo que las urnas le negaron», en una explicación que pone los pelos democráticos como escarpias. ¿Y ahora qué?, ¿cómo se lo tomarán España y Europa?, me plantea un amigo vía WhatsApp. Esta es la pregunta del millón, pero mi bola de cristal me muestra movimientos sísmicos en los poderes fácticos para investir a Rajoy, ¡Ya!…

DOMINGO, 10
Leo y releo editoriales y artículos hasta que la fuerza gravitatoria de un domingo soleado me atrae hacia el puerto adonde me dirijo siempre que estoy confuso. Una serena contemplación de las aguas de la Plana de Cala Figuera vale más que mil palabras vertidas desde la vorágine emocional en que se ha convertido la política en nuestro país de países. Y es que lo más urgente en el espinoso tema catalán es precisamente desdramatizarlo, devolverlo a la política laica, lo cual es harto difícil en un país tan proclive al melodrama. Pero hay que intentarlo. Mirar a Canadá puede ayudar, no me canso de repetirlo, pero teniendo en cuenta un punto fundamental del dictamen de su Ley de Claridad: mayoría clara y respeto a la minoría, solo a partir de ahí se puede empezar a hablar de hipotéticas desconexiones. Y el 20-D los independentistas no solo no obtuvieron esa mayoría sino que perdieron lo que ellos mismos habían catalogado como plebiscito, por lo que lo que ahora pretenden es una aberración democrática sin paliativos. Intragable.

LUNES, 11
De nuevo la Pulga para salir del marasmo: Comparar a Messi con Cristiano es como hacerlo con peras y manzanas al estilo de la ínclita Ana Botella: el portugués es solo un rematador, un cañonero, quizás el más grande de la historia, pero Leo es, además, (y tampoco hay tanta diferencia de goles entre ambos), un jugador global que no solo diseña lo bello e imprevisible (a veces lo inverosímil), en cada partido sino que hace jugar a sus compañeros como si lo hicieran en la play station. Honor al quinto balón de oro del mejor jugador de la historia, y como acabamos de enterarnos de que Hacienda no somos todos, pelillos a la mar…