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Un día como hoy se casaron mis padres, hará 36 años, un martes. Fuera de supersticiones. Se sintieron libres en poder decir «sí quiero». Vivieron ese momento como si fuera el único, vivieron la vida. Como en la pareja Michael Bublé y Luisana Lopilato. Él, canadiense, cantante mundialmente reconocido; ella, argentina, se hace una foto de admiración tras un concierto en la tierra de Evita Perón y él le dice que será la mujer con la quiere casarse. Lo curioso de la cita es que ninguno conocía el idioma del otro. así que durante unos meses salían acompañados de un colombiano traductor de Michael. Es un matrimonio con muchos detalles, pero lo importante es quedarse con que viven el momento sin importarles los prejuicios o ciertos obstáculos.

Recabé esta historia mientras buscaba una canción para el bebé que espero, ya que dicen que si la escuchas en el embarazo después cuando nacen en un momento de crisis se la pones y se tranquilizan. Una vez elegida la canción interpretada por Michael Bublé, tirando del hilo me topé con esta historia bonita de amor, lo que me llevó a recordar la que vivieron mis padres. Este matrimonio tiene un hijo, Noah, y comparten sus carreras profesionales con él. Además de respetarse mutuamente y apoyarse cada uno en sus profesiones viajan a Canadá y Argentina, su hijo van con ellos a todas partes para no romper el vínculo familiar. Ahora esperan un segundo hijo. En sus redes sociales comparten momentos entrañables e íntimos muy familiares, como el despertar de los tres en la cama, entre otras. ¡Deliciosas imágenes! Siempre con la maleta a cuestas pero muy concienciados de sus prioridades, la familia unida.

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Mi entrada a este nuevo está siendo muy reflexiva, quizás porque la gripe me ha atrapado desde el día uno de enero. En los inicios de esta inoportuna enfermedad pasajera tuve que tirar de agenda de amigas para que se hicieran cargo de mi pequeña, para evitar el contagio del virus, y es que cuando no tienes a tu familia cerca tienes que recurrir a las amistades, y complementarte con sus horarios. Gracias a su ayuda, la de Andrea y Melisa, la vida que le ofrecí en esos momentos a mi pequeña fue mucho más enriquecedora. Y es que vivir los momentos sin ataduras, teniendo una forma de pensar libre hace que tu vida se enriquezca y el de las personas que te acompañan se beneficien haciendo de sus vidas pasajes inolvidablemente maravillosos. Y es que la mente si la conduces por caminos bonitos verás florecer bellas flores.

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