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Somos fauna rutinaria y las más de las veces ni siquiera caemos en la cuenta de nuestra rutina diaria, que esa es la mayor rutina: a la mesa nos solemos sentar siempre en el mismo sitio. Da igual que nos pongan un prosaico y humilde pancuit que una langosta as caliu. Frente a la caja tonta pasa tres cuartos de lo mismo. Nos sentamos en la misma butaca o en el mismo lado del sofá y allí nos tragamos lo que nos echen. En la cama no hay matrimonio que no tenga cada cual adjudicado su correspondiente lado. Si nos fuéramos a dar cuenta observaríamos que en el vivir diario nos repetimos más que el ajo. Pasa algo parecido a cuando nos da por mantener una postura para coger el sueño, que no hay forma de conciliarlo (léase roncar) a pierna suelta hasta que no cogemos nuestra postura habitual, es decir, nuestra rutina. La verdad es que en esa industria de la rutina, incluso el almanaque anual nos marca ancestrales rutinas. Uno casi podría decir sin temor a equivocarse, en qué fecha vive, simplemente con asomarse furtivo por los secretos de la cocina: cuscussó, pollastre con patatitas tiernas con cuatro hebras de azafrán, unas figuritas de mazapán y entre ellos unos rotllos nos aclararán que estamos en Navidad. Unas ensaimadas, un tazón de chocolate y una dolça nos trasladan a Sant Joan de Ciutadella. Una tabla con formantjades y una cucha de be as forn nos ponen a los pies de la España procesionaria y nazarena o si lo prefieren, en el Gólgota de nuestras pasiones por ese manjar que son las formantjades. ¡Pero digo yo!, ¿por qué no tener ya a estas alturas un desprendimiento de rutina? Por ejemplo, pillar el lado de la cama que nos coja más a mano…vete tú a saber si eso no despertaría un poco los efectos del bromuro castrador de tantos años de encontrar en el mismo sitio el mismo asunto. Y ten más que diría un leguleyo. ¿A santo de qué esa tontuna de comer turrón solo en Navidad?, ¿es que no está bueno el turrón en el mes de marzo? ¿Por qué hemos de comer buñuelos con miel o arrope solo para todos los santos?, ¿acaso esa dicha gastronómica de los buñuelos pringados de arrope no estarían para chuparse los dedos el día 20 de enero, el 10 de febrero, el 2 de marzo o el 27 de abril, o cualquier otro día normal o de fiesta de guardar?

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Para mí tengo que necesitamos ya mismo un desprendimiento severo de la rutina. Claro, que te pones a mirar y hasta los bichos están abonados a la ella. Un pardal dormirá en la misma rama durante semanas hasta que la temperatura le hace buscar un dormidero nuevo. Una paloma le da por cagar en el alféizar de la misma ventana o en la misma farola. Cuando me he pasado una temporada acudiendo a una charca de agua en pleno monte, a la misma hora, para fotografiar fauna salvaje, he observado que las perdices en sus rutinas, acuden a beber a la misma hora, Su reloj biológico roza la perfección. Y aún más curioso es la rutina de la liebre, beberá en la charca exactamente en el mismo sitio que el día anterior, ni un palmo más allá ni un palmo más acá y luchará a coz y mordisco si a una liebre nueva en la zona se le ocurre ocupar lugar ajeno.