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Hace unos días colgaba en las paredes del colegio de mi hija un cartel que decía «Emociones. Para familias de la Escoleta». Allí que fui a interesarme sobre este taller. Y salí muy contenta. Las maestras Marta Benages y Esther Verdaguer (P1.P2) se lo habían preparado para explicarnos que a partir de ya a nuestros hijos les iban a introducir en las emociones, a saber identificarlas. Y primero empezaron con nosotros. La actividad se desarrollaba en cuatro partes: la primera nos daban cartones boca abajo y al descubrirlos debíamos expresar que sentíamos al respecto de esa fotografía. En segundo lugar nos mostraban el libro con el que trabajarán, «El Monstruo de Colores», identificar un color con una emoción. Después el tren de la risa, mediante un video te mostraba un vagón de tren donde todo sus viajeros estaban serios hasta que entra uno y comienza a reírse a carcajadas contagiando el vagón. La lectura es que cuides cómo entras en casa porque tu estado de ánimo se contagia.

Evidentemente no vas a estar con la sonrisa puesta pero si un día estás triste, o deprimido, o melancólico es cuestión que le pongas nombre a tus emociones y que nuestros hijos entiendan por qué mamá o mamá o el abuelo están en ese estado de ánimo. Y la cuarta prueba era destapar una cajita individualizada para los padres asistentes y ver que había en su interior. En un minuto podía elegir una parte de la habitación y acompañando de una música descubrías su interior. Era la foto de nuestros hijos. La emoción brotó aún más si cabe en la actividad. Unos más expresivos que otros, pero todos sumábamos un sentimiento de amor por nuestros hijos.

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Estas maestras se reciclan para dar a los niños su espacio dentro y fuera del aula. Y los padres debemos confiar en su responsabilidad porque las dos partes formamos equipo en el futuro de esos locos bajitos. Un padre, además jefe de estudios de Infantil y Primaria del mismo centro, nos comentaba que hay niños a los que les cuesta identificar sus emociones. Pero esta tarea que ha emprendido este colegio la aplaudo, me consta que lo hacen en algún que otro centro educativo, pero de edades más mayores. Y me gusta porque aunque aún son pequeños para verbalizar una emoción absorben como esponjas. Y ellos entenderán en este curso que la alegría va asociada al color amarillo. Es como el repetirles las cosas como cuando les enseñas a hablar, comunicación disco roto, ya les estás dando herramientas para expresarse mejor. Pero tiene que trabajarse en cadena, de ahí el taller, no solo basta que el colegio y escoleta trabajen sobre las emociones, en casa se debe de seguir con el testigo.

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