La orfandad beligerante de exigencia hacia el gobierno y el partido que lo sustenta, sin que el votante sea capaz de ponerse serio, a la hora de rendir cuentas en las urnas por los incumplimientos del ejecutivo, acaban siendo el reflejo de una ciudadanía laxa, manejable, y por ende utilizable, para llevar a cabo los deseos partidistas de unos pocos en detrimento de una mayoría, que ha dado como consecuencia una democracia débil, insegura y fácil de fragmentar a la hora obligada de tener que actuar unidos como si en lo que verdaderamente importa fuéramos una sola autonomía llamada España. ¡No, qué va! Aquí hay gente que solo piensa en que su grupo es lo importante. A fin de cuentas es la mano que le da de comer. Las autonomías con problemas enquistados, entre otras cosas por la singularidad de su situación geográfica, allá se las compongan, por eso no se ha tenido ningún pudor a la hora de decir «España ens roba», sin importarles aquella dura realidad de lo que le dijo la cazuela al cazo «apártate que mancho».
Es muy duro tener que asumir que a veces, en nuestras flaquezas políticas ponemos «a la zorra a guardar gallinas».
Sa gleva
Rajoy culpando a Rajoy
20/11/15 0:00
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