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Con una salsa mahonesa clásica se puede conseguir, según los ingredientes que se le agreguen, verdaderos refinamientos gustativos, capaces de maridar luego con insospechadas recetas gastronómicas: ponga en su mahonesa dos o tres anchoas de lata muy picaditas, un par de dientes de ajo cocidos o fritos, un pepinillo escurriendo el vinagre o unas alcaparras, media cucharada de miel, tritúrelo todo y júntelo con la salsa mahonesa que resultará muy agradable con pescado, marisco o una verdura a la plancha.

Antes de seguir tengo prisa en decirles que algunas salsas famosas tienen por base a la mahonesa: salsa tártara, bearnesa, chantillí, salsa rosa, criviché, remolade, andaluza, verde y salsa americana. La manera de conseguir esta última es poniéndole a una taza de mahonesa una cucharada de kétchup y un chorrito de coñac. En puridad es una especie de salsa rosa si no fuera por el coñac, muy adecuada para crustáceos.

Ponga en una cazuelita tres dientes de ajo con agua y póngalos a la lumbre. Cuando estén cocidos, añada un generoso manojito de perejil (sólo las hojas). Déjelo cocer un par de minutos y reserve. A continuación haga la salsa mahonesa que usted tiene costumbre de hacer, añadiendo el perejil escurrido y los dientes de ajos cocidos. Utilice un aceite suave. Conseguirá una mahonesa con un color ligeramente verdoso, muy buena con patatas hervidas, incluso fritas. También va bien para pescado.

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Dígale a su pescadero que le dé un par de bolsitas de tinta de calamar. Haga una mahonesa como habitualmente sepan hacerla. Al iniciar ésta, añada la tinta de calamar. Si tiene poca tinta le saldrá la salsa gris. Si quiere una mahonesa negra deberá aumentar la tinta. Ideal para calamar a la plancha. Pero recuerde que la tinta de calamar transmite además de color, un sabor característico que en crudo hay personas que no acaban de cogerle el punto.

Ralle la cáscara de un limón y póngalo en el bol donde va a emulsionar su mahonesa. Perfecta para pescado hervido o a la plancha. Ponga al iniciar su mahonesa unas hojas de menta o albahaca y con todos esos ingredientes empiece a emulsionar su salsa. El penetrante olor de las plantas, sobre todo de la menta, perfumarán su mahonesa y por supuesto el pescado hervido o a la plancha que haya pringado con ella. Pruebe a mezclar una salsa mahonesa con alguna mermelada. Le aconsejo que lo haga sólo en la cantidad suficiente para crear una especie de crema. Va bien con verdura cocida o con patatas hervidas. Póngale a su salsa mahonesa una porción de queso finamente rallado o aún mejor si lo que le añade es crema de queso. Pringue con ella una ensaladilla rusa, verá que diferencia.

Experimentar con la salsa mahonesa es, además de divertido, sorprendente, y no les digo si por ventura dan con una mezcla original que luego case bien con algunos de sus platos. Para hacer pruebas no hace falta que utilice cada vez una mahonesa, les aconsejo que dividan una en 4 o 5 partes teniendo sobre la mesa los distintos añadidos que va a utilizar.