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A todo el mundo le gustaría en alguna ocasión empezar de cero, como si el pasado pudiera borrarse con típex. También en política es imposible. Además, quien lo intenta corre un riesgo muy considerable de fracasar. Al despreciar las experiencias de los errores pasados, es muy fácil que vuelva a tropezar. La carretera más famosa de la historia insular (mucho más que la de Kane) podría ser un ejemplo. La presidenta Maite Salord, tras el éxito de conseguir la prórroga del convenio con Fomento, lejos del entusiasmo de quienes esperaban retroactividad drástica, anda con pies de plomo, para no cometer errores graves (económicos).

De todas formas, la tentación de volver atrás se ha materializado en el puerto de Son Blanc. El conseller Joan Boned se ha cargado sin pestañear el proyecto de los dos duques de alba que había de permitir ampliar las posibilidades del dique. Con un «informe interno» ha mandado a la papelera un estudio de 908 folios, la base del concurso para licitar la obra de casi dos millones y medio de euros, a la que ya optaban nueve empresas. El argumento «técnico» de una supuesta incompatibilidad del tráfico regular con el amarre de cruceros se ha contemplado en todos los estudios anteriores y nunca había sido un obstáculo insalvable.

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Hay qué preguntarse por qué Boned adopta una decisión política de este tipo. No creo que sea para invertir más en Eivissa, donde los millones para las mejoras portuarias caen a chorro. Puede que así atienda el interés económico de alguna compañía, que prefiere no facilitar la competencia.

Es evidente que una decisión de despacho paraliza una inversión justo antes de que se lleve a cabo, con lo que cuesta recorrer el camino de la administración para llegar a este punto. Todavía estamos a tiempo de no tener que volver a empezar de cero.