En un estado de derecho moderno y democrático, son a todas luces deseables unas leyes garantistas. Todo sospechoso de un acto punible, esté o no esté imputado, tiene todo el derecho de presunción de inocencia y así debe de ser hasta que por la evidencia de las pruebas de las que disponga un juez, se dicte sentencia culpatoria o exculpatoria. Eso, grosso modo, es el espíritu de un estado garantista y aún después de haber sido hallado culpable, se tiene opción a recurrir y no son pocos los casos en que un juez en instancia superior encuentra inocente a quien otro juez halló culpable. A partir de todo este farragoso asunto procesal, me pregunto cómo la ley puede consentir la trampa que contra ella usan algunos hábiles sujetos o sujetas. Me explico: unas sujetas, por mejor nombre conocidas como las bosnias en Madrid, han sido detenidas 330 veces en 10 años de delinquir.
¿Cómo es eso posible? Pues porque somos «más tontos que el asa de un cubo». Las susodichas chorizas están especializadas en sustraer carteras en el metro de Madrid. Una vez sustraída una cartera, se reparten el dinero de inmediato echando la cartera a una papelera o a un contenedor de basura, y si las pillan, que les han abierto 330 antecedentes policiales, como se trata de una cantidad menor, la cosa acaba siempre igual. Las bosnias a la calle hasta el próximo golpe y la próxima inútil detención. Mientras tanto, la persona robada se queda sin su dinero. La sociedad, frustrada, seguirá pagando inútilmente policías, abogados y jueces y las bosnias llamando a su país para contarle a la parentela que en España se atan los perros con longanizas, o si lo quiere usted más local, con sobrassadas.
Ser garantista está muy bien pero pasar por tontolaba ya no me parece a mí que esté tan bien. Y eso es lo que algunos, como las bosnias, no pueden por menos que pensar que somos.
Pero vamos a ver almas de cántaro, ¿es que es tan difícil sumar el monto de cada robo de la misma banda para a los 10 o 12 robos juntar una cantidad suficiente para enchironarlas y que pasen una larga temporada inactivas? Si se tiene que reír que no sea de lo pardillos que somos. Claro que, extrapolando el ejemplo, eso de esperar hasta que la suma de lo sustraído permita meterlas en el trullo, choca con los millones que algunas señorías han sustraído de una tacada en el lamentable tiempo que ejercieron su personal estilo de estar en la política. Aunque parezca que no, si queremos encontraremos un paralelismo. Los de las bosnias, por lo vulgar, lo de los políticos, por una ingeniería choricera muy elaborada. Luego, si los trincan, se empieza por negarlo todo. Más tarde, en los medios, para que estos lo expandan, dirán que confían en la justicia y después, todo consiste en ir recurriendo una y otra vez hasta dilatar un sumario todos los años posibles. Si por casualidad un juez lo ve judicialmente correcto y enchirona a algunos de estos individuos, vendrá lo de la fianza millonaria, completamente asequible a lo que su señoría ha ido acumulando, mandándolo a paraísos fiscales. Un pastón que tan pocos sudores le costó reunir. Y hala, a la calle otra vez para seguir recurriendo. Y cuando el sumario se haya eternizado llegará el juicio donde -¡oh, milagro!- han prescrito un montón de cosas. Total, unos meses en la cárcel y después a vivir como unas bosnias cualquiera aunque mucho más beneficiados dada su depurada ingeniería del trinque y que la democracia les puso donde había para trincar. El colmo de todo esto es que alguno de esos individuos siga manteniendo el tratamiento de excelentísimo.
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