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Oooh! Cierra sus puertas el Café Comercial. Tuvo la oportunidad de tomarme allí un café con una buena amiga, María que espera una bebé. En la plaza de Bilbao de Madrid quedamos hace 4 años para tomar ese café distendidamente y ponernos al día de nuestras vidas y encontramos un lugar que hablaba más que nosotras. Por allí han dejado rastro eminencias como Antonio Machado. También en el Comercial quedé con Alberto Maeso -gran amigo de Jesús Hermida- para ponernos al día en lo profesional. ¡128 años al traste!. Con María tuve el placer de realizar una pieza de televisión sobre los cafés con historia, con encanto evocador. En el cuerpo de la noticia hablamos del Café Gijón, otro histórico. Me viene a la memoria el Café Central con Javier Krahe, recientemente ausente, o el Bar Los Manolos donde los diputados se dejan ver, como aquella vez que coincidí con el ahora exministro de cultura Ángel Gabilondo. Sitios que vas y te cuentan sus batallas por las diferentes personalidades que pasan. Estos sitios es una pena que no los mantengan, cuiden, mimen.

Los tiempos modernos molan, y está muy bien entrar en un sitio de diseño. Pero la personalidad que desprenden los viejos cafés es otra cosa. Me encanta el American Bar, o Es Dinaret, o Bar Imperi. Locales de Menorca que tienen su encanto por sus personas y porque marcan una época. Echarles el cierre sería como cerrar libros y quemar etapas. Cerrar los ojos a lo que fuimos y dejar paso al plástico, a las luces de neón, al franquiciado que despersonalizan por completo un barrio y una ciudad.

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Valencia con tanta modernidad tuvo que cerrar una de las pastelerías más antiguas, Villanueva, ahora en su lugar hay una tienda de bragas y sujetadores. Si en Menorca pasará esto en los sitios emblemáticos que he nombrado antes habría que movilizarse, recoger firmas, hacer una cadena humana. No tiene precio encontrase a los sabios de nuestros abuelos leer la prensa, o reunirse a salvar el mundo que nos queda, o a jugar a las cartas o al dominó. A mi me queda el recuerdo agradable de que con treinta y un años estuve en el Café Comercial. Una experiencia que se borra copn el tiempo. Le diré a mi hija cuando pasemos que allí «mamá disfrutó de un Café que había aquí, donde Antonio Machado tenía su rincón reservado; o Francisco Umbral escribía sus novelas, y que ahora hija han puesto una tienda de ropa interior porque eso siempre vende más que una tertulia alrededor de un café humeante».


@sernariadna