Según comentan, al entrar a trabajar en Facebook, te entregan un libro rojo relleno de citas sobre la historia y la cultura de la compañía.
En un post del blog oficial de la red social explicaron que la idea de escribir este libro surgió en un momento en el que la empresa estaba pasando por una serie de retos y dificultades. A su juicio era complicado explicar la misión, la historia y la cultura a cada uno de los nuevos empleados. Como para estos nuevos empleados la información era difícil de encontrar, incluso si sabían lo que estaban buscando, Ben Barry, diseñador de Facebook, decidió hacer este libro.
Son múltiples las frases que contiene en su interior. Frases sencillas. Sin complicaciones. Para que la asimilación sea fácil y rápida por sus lectores, huyendo de complejos y eternos manuales de conducta que habitualmente suelen ser entregados en las grandes corporaciones.
Frases del tipo «Facebook no fue creado para ser una compañía» o «La grandeza y el confort raramente coexisten». Frases cortas y rápidas pero que encierran en sí mismo un fuerte mensaje.
Pero hubo una en concreto que me llamó especialmente la atención: «Si nosotros no creamos lo que matará a Facebook, otro lo hará por nosotros». Un mensaje realmente impactante que debería hacer recapacitar a más de uno.
Es muy frecuente que, después de haber conseguido algún producto o negocio de éxito, tengamos la tendencia a creer que aquello durará para siempre. Que con la inercia que ha cogido los últimos meses o años nuestra gran idea, muy mal nos tendría que ir para que no continuase de la misma manera durante mucho más tiempo.
Pero, como todo, todo empieza y todo termina. Llega un momento en el que, si nos hemos relajado y dormido en los laureles, llega otra empresa o emprendedor que se lo ha cuestionado absolutamente todo y tiene la capacidad y dedicación suficiente para ofrecer una solución muy superior a la tuya.
Y en ese momento lo más habitual es buscar la queja fácil de por qué ha pasado lo que no tenía que pasar. El intentar convencer a nuestros clientes de que nuestra solución sigue siendo superior y que desconfíe de nuevas opciones todavía inmaduras. El creer que al ser una empresa joven o un simple emprendedor no tendrá la capacidad para llevar adelante su idea de negocio. Excusas, excusas, excusas….
En el sector tecnológico tenemos la gran suerte de que los proyectos tienen un ciclo de vida muy reducido. En función del tipo de proyecto puede durar entre cuatro y seis años y, en el mejor de los casos hasta ocho o diez.
Y digo, en el mejor de los casos, porque ello nos ha obligado siempre a vivir en el cambio continuo. A estar continuamente vigilando las futuras tendencias que se transformarán en soluciones en pocos meses y a adaptarte rápidamente a las novedades tecnológicas, si no quieres que en pocos años tu negocio desaparezca.
Y por ello es habitual el dividir tus soluciones en tres principales grupos:
Los que creaste hace un tiempo y del cual estás obteniendo actualmente los beneficios, los que estás desarrollando en este momento para que sean tu sustento en un futuro y los que tienes en mente de desarrollar.
Pero todo ello simplemente lo realizamos para conseguir un objetivo: que el próximo que mate a tu negocio seas tú mismo.