La idea que el votante indeciso tiene respecto a quien dar su voto, es a estas alturas de la democracia, más indecisa que nunca. Quizá porque siempre se ha sentido manipulado por quienes han pretendido asustarle cuando no engañarle directamente.
El votante a estas alturas ya ha aprendido que el político va a sus cuidados, siempre trabajando la huerta que le asegure una buena cosecha de votos. Después, los líderes políticos mercadearán con el potencial de escaños que les han tocado en el reparto de las volubles voluntades del día electoral y a veces, con pocos escaños quitará o dará gobiernos. Eso sí, tras farragosos intercambios de intereses. Ochenta días tardó la presidenta de Andalucía, la señora Díaz, doña Susana, hasta que por fin quien podía puso el huevo. El mi opinión, un error por la parte socialista fraguado en una jugada de interés local, demostrando poco valor en ingeniería electoral. Mejor habría sido ya puestos, apostar fuerte y aguantar el tirón para tener que ir de nuevo a elecciones, que habrían sido más o menos como las catalanas, para presentarse ante las elecciones legislativas habiendo recientemente perdido el PP en Catalunya y en Andalucía. La tesis es que luego el voto se diera por inercia, huyendo de caballo perdedor y teniendo presente lo que dijo la señora del caloret: «¡qué hostia, qué hostia!».
Sa gleva
En Andalucía Rajoy ha tenido mucha suerte
26/06/15 0:00
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