En este país a diferencia de otros no se nos da bien hacer colas a no ser que nos organicen y nos veamos obligados a ello, so pena de no subir al avión o al autobús. Solemos más bien agolparnos y luego mirarnos de soslayo, acusando en silencio al que creemos, con razón o sin ella, que ha osado colarse. Por lo general tampoco abunda la paciencia y el saber esperar en restaurantes, ventanillas o comercios, pero por contra, la puntualidad no es nuestro fuerte colectivo, ni siquiera en los estamentos oficiales. Habrá otras virtudes, seguro, pero entre ellas no se cuenta el pensar que si nosotros no acudimos a una cita con un servicio público, otro se quedará sin poder hacerlo.
Es el caso del médico. El hecho de que 381.300 consultas programadas en los centros de salud de Balears se suspendieran el año pasado por no acudir el interesado, o sea el paciente, demuestra la poca consideración que sentimos por los demás y sus dolencias. ¡Qué menos que si no se puede acudir a una cita, en este caso con el médico de familia o el pediatra, se avise o se cancele! Eso significaría que otro en nuestro lugar podría utilizar el hueco, y a su vez repercutiría en nuestro beneficio futuro. En más de una ocasión cuando solicitas una cita en tu centro de salud ésta se retrasa porque las consultas están llenas, al menos en el sistema informático, otra cosa es que los enfermos sean reales o imaginarios, que se personen o pasen de hacerlo.
Las citas programadas en Menorca en 2014 fueron 562.027 y de éstas 20.911 no se realizaron, sin que los usuarios las cancelaran previamente. No parece que las campañas de concienciación sobre el coste en recursos y esperas que esto tiene surtan efecto. Las cifras están ahí para demostrar el poco respeto por una sanidad que todos pagamos.