Cenando en casa ajena, mientras discurría el telediario, un chico de unos 13 años (la edad del reciente homicida barcelonés) pregunta : «¿Es que no hay nadie al mando en nuestro planeta?». Sí, muchacho : el planeta está hoy al servicio de esta divinidad inmanente y atea que es la voluntad del poder a través del dinero.
En nuestros años izquierdistas ( con perdón) se decía «Dios ha muerto y Marx no se encuentra nada bien»... ; lo que cabía añadir es y era que el hombre es un ser antropológicamente inmutable, y que con esos mimbres es imposible hacer un cesto humano.
Hume, el filósofo e historiador escocés, ya en el 1700 escribía : «Solamente el ansia de adquirir bienes y posesiones (riqueza y fama) para nosotros y nuestros amigos más cercanos resulta insaciable, perpetua, universal y directamente destructora de la sociedad. Apenas si existe una persona que no esté movida por esta pasión, y no hay nadie que no tenga razones para temerla cuando actúa sin restricciones y da rienda suelta a sus primeros y más naturales movimientos.» («Tratado de la naturaleza humana», Tecnos).