Relaxing cup
Alegría que son dos días
Es una frase hecha Jesús, lo sé, es un arranque poco brillante pero mire es que esta persona cuyo nombre no sé siempre lo dice, lo vocifera, lo baila, lo canta. Es un hombre bien vestido y perfumado, montado en una bici de la ONCE. Y es la alegría del puerto de Mahón, que es donde más le veo por mis rutinas, en los paseos frente al mar, en los barecitos, mientras me deslumbra la imagen de los regatistas con sus optimist. ¿Nunca han pensado qué se puede aprender de la observación? Este hombre es fantástico, vende boletos de lotería con una alegría que llama la atención. Mientras se acerca a su destino y va frenando la bicicleta con su banderín ondeante de la ONCE con un brazo extendido al aire vocifera con ánimo, fuerza e ilusión «alegría que son dos días», «alegría quieren boletos, yo los traigo contentos» o algo así. Una vez que se apea de su vehículo de dos ruedas y sin tubo de escape se marca un baile simpático. Es pura felicidad, me encanta. Una persona curiosa, con una actitud que merece contagiarse.
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