Hay crónicas, informaciones... e informaciones crónicas que van a peor y de las que cuesta mucho librarse. Temas que persisten machaconamente y se repiten sin cesar, cuando nos gustaría pasar página y poder hablar de otras cosas.
El parque Rubió es un oasis en el desierto de asfalto. Las rejas lo rodean para que la naturaleza no pueda fugarse. Es un jardín didáctico y bien cuidado. Los pájaros tienen una visión de Google Earth. Allí nos parecen lejanas las pasiones mundanas y electorales: el bipartidismo ha muerto. dicen. Habrá que escoger entre Sabemos, Queremos o Podemos. Los insultos son escupitajos verbales y las mentiras son mapas sin tesoro. Vivimos en la sociedad de la confusión, donde cada uno cuenta el cuento a su manera, según cómo le va o le conviene. No hay unanimidad y tal vez sea mejor así. Para unos hay crisis; para otros, chollos. Cuando depositas tu voto en la urna no es para enterrar la democracia: lo importante ocurre durante los cuatro años siguientes. Participar es de sabios. Pero sin educación, votar es como ir a reciclar papel.
Al tema de las rotondas no hay que darle más vueltas. Algunos tienen la cara de cemento y otros, un doble rasero. Volverán las oscuras aerolíneas. Hay una batalla entre el progreso y el regreso. Entre felicidad y resentimiento. Caín y Abel. David y Goliat. Martes y trece. No hay libertad sin esfuerzo. Huyendo de todo lo malo, a veces descubrimos nuevos territorios.