Les coses senzilles
San Valentín
Valentín había cometido un pecado mortal. El confesor le dijo que iría al infierno si no hacía una dura penitencia. Le costó dormirse, abrumado por las palabras del confesor.
Valentín había cometido un pecado mortal. El confesor le dijo que iría al infierno si no hacía una dura penitencia. Le costó dormirse, abrumado por las palabras del confesor. Tuvo una pesadilla, bajó a la calle, sonámbulo, y se dirigió al colegio. La puerta estaba cerrada, pero le abrió la cocinera, que era una mujer alta y un poco corcovada, con la mandíbula prominente y el pelo blanco. Le abrió la puerta de la despensa -marrón, con una diana de agujeritos en la parte superior- y Valentín se deslizó escaleras abajo. Estaba completamente a oscuras. Bajó durante mucho rato, hasta que los pies descalzos pisaron una superficie lisa. Avanzó por un pasadizo angosto hasta llegar a la puerta de la mazmorra, que le abrió el guarda de los pantalones negros. Se sentó en el banco de piedra, que estaba helado, y esperó.
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