Los ojos de Europa, y muy especialmente los del Bundesbank, el Banco Federal Alemán, estaban este fin de semana puestos en las elecciones griegas. Y Grecia consumó el cambio, un cambio que se ha calificado de histórico y que ha dado la victoria electoral a la coalición de izquierdas Syriza y que ha supuesto no solo la derrota del centro-derecha sino sobre todo el hundimiento del también histórico gran buque del socialismo heleno, el Pasok. Aquí el PP y el PSOE se han apresurado a decir que España no es Grecia, pero establecer un paralelismo con el sorprendente auge de Podemos y el de Syriza -ambos comparten su rechazo a las políticas anticrisis, canalizan el enfado ciudadano que éstas han generado y cuestionan el pago de la deuda-, resulta inevitable.
El odiado y adorado a partes iguales líder de Podemos, Pablo Iglesias, ya dejó claro a quién apunta: se están dibujando para las elecciones generales dos opciones -declaró recientemente-, seguir con el PP o votar a su formación y a él, autoproclamado adalid del cambio.
Vía libre
Todas las miradas en Grecia
27/01/15 0:00
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