Ante la extrema dificultad de elegir correctamente dónde ir y por no decepcionar al líder mahonés de Ocimax José Luis Portella que sé que me estará esperando, opto por ir a ver la première mahonesa de la última película de Woody Allen, más bien discretita, pero que me permite terminar el día con la sonrisa puesta. Siempre comparo a Woody con Johan Cruyff cuando decían que solo sacaba fueras de banda… Sí, pero cómo los saca, respondía el alleniano/cruyffista. Y sigue en ello.
SÁBADO, 17
Sant Antoni gloriòs! Mañana fría pero apacible, con rayos de sol hendiendo unas nubes preñadas de malos augurios. Peregrinamos con Inés de animal en animal mientras trato de adecuar los golpes de hisopo de mossen Sastre al universo mágico de la niña. Bajamos a la pescadería donde proseguimos, entre cañas y hojaldres de butifarró de Àngels, el debate sobre «Charlie Hebdo» con un amigo madrileño culto y reflexivo que, habiendo seguido y admirado muchos años al semanario satírico, da la razón al Papa Francisco en su admonición: no hace falta meter el dedo en el ojo a la gente para hacer humor… Blasfemar sí, pero dentro de un orden, no hace falta dibujar a Mahoma sodomizando a fieles o infieles.
Puede que sea así, de hecho es un debate sangrantemente abierto, pero en cualquier caso no me convence la metáfora usada por el Pontífice, teniendo en cuenta que uno de los substratos principales del cristianismo, su rasgo más atrayente, es el del amor fraterno, el perdón, poner la otra mejilla etcétera, y eso no casa mucho con ir repartiendo puñetazos a poco que te menten a la madre. También la campechanía tiene sus límites.
DOMINGO, 18
Tras la ensaimada de rigor, repaso de prensa, empezando cómo no por «Es Diari», en el que busco la magnífica serie Menorquins al món en el que la hija de unos amigos explica su aventura vital en Japón, abriéndome mi apetito viajero. Veremos. Pero hoy no falta la retahíla de fotografías del sopar gran de Sant Antoni, un clásico del día con pleno de autoridades. Como diría Tomeu, si no estás en esas fotos no eres nadie, pero es lo que ocurre si dejas de ser cosa o te provocan alergia las celebraciones con más de seis personas…
Veo con estupor en la prensa nacional el paseíllo en Mondragón de los restos mortales del gudari Bolinaga, autor de varios asesinatos y del ignominioso secuestro de Ortega Lara, en una palmaria demostración de la catadura moral de los oficiantes, incapaces todos de un elemental «lo siento». ¿Hubiera sido posible semejante espectáculo en cualquier país occidental? ¿En la Francia de «Charlie Hebdo»? ¿Tendrá lugar alguna vez una catarsis moral en el País Vasco del «todo por la patria»?...
Leo con curiosidad la información sobre las «maniobras de ciberguerra a orillas del Atlántico», en las que EEUU y Reino Unido lanzan ejercicios y equipos mixtos de expertos para responder a la oleada de ataques informáticos… También veo avances en el sexo virtual, toda una esperanza para los adolescentes de la vejez, pero al mismo tiempo me alegra que el libro de papel resista los embates de los e-books lo que implica la permanencia de los templos más hermosos y útiles: las librerías…
Celebramos el fin de la diada en la intimidad y cómo no, en el puerto, con un soberbio arroz de caragols y cranca que nos prepara el maestro arrocero José Fluxá, hasta que las sombras del atardecer hielan el ambiente y tocan a rebato los estornudos…
MIÉRCOLES, 21
Prosiguen también los festejos del guiñol político con el tan estelar como patético ejercicio de prestidigitación de los líderes del partido en el Gobierno. Nada por aquí nada por allá, no conocemos a ningún corrupto, no tenemos nada que ver con esa persona, no es lo que parece. Y no se quedan atrás los socialistas, con una vistosa sesión de lanzamiento de dagas contra un perplejo y asustado Pedro Sánchez… Entretanto, los de Podemos sonrientes y aplaudiendo en primera fila.