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Después de asistir a una de las dos charlas del ciclo «Cine español en femenino», celebrado en el Ateneu de Maó, el espíritu del celuloide me ronda: a veces veo a mi alrededor un comienzo de película de terror; a veces, neorrealismo italiano; casi siempre, comedia (qué remedio); a veces, película de sobremesa y otras veces, mera publicidad (electoral).

Primero fue el turno de Judith Colell, cineasta y actual vicepresidenta de la Academia de Cine, que también participó en la sexta edición del Festival Internacional de Cinema Mediterrani de Menorca (Mèdit) y de la actriz Irene Visedo (Inés Alcántara en la serie «Cuéntame como pasó»). En el segundo round de este ciclo (un regalo en medio del aciago invierno cultural menorquín) participaron en la mesa dos productoras, Ana Amigo (Amigo Films) y Pastora Delgado, quien además ha coorganizado el encuentro junto con Charo Otegui, profesora titular de Antropología en la Universidad Complutense y residente en la Isla buena parte del año. La escritora Azucena Rodríguez no pudo asistir a su cita así que la charla «El guión y la producción» se centró más en la producción, aunque el guión también estuvo flotando en el aire durante la velada porque, como dijo Ana Amigo -productora de la película «Los Mundos Sutiles»-, en el guión está todo incluido. Su labor de productora la definió como «la gestión permanente de la frustración» y es que los equipos son grandes, diversos y sobre todo, humanos, en una maquinaria que ha de funcionar a la perfección. Siempre hay algo que falla y que se ha de remediar antes de que la palabra 'acción' active ese mecanismo preciso que pone a cada uno en su lugar. Fue inevitable acordarme de mi querido Fer, que además de ejercer de compañero de piso en Ventas, metió el mundo del cine en nuestro salón (literalmente).

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Ana Amigo habló de arte (y de la emoción como su esencia) pero habló también del cine como industria que en algunos países (Estados Unidos, Francia o Alemania) es tan importante como cualquier otra (o más). Una industria con componente artístico, sí (y de ahí, el riesgo), pero una industria que genera muchos puestos de trabajo y que deja su huella en cifras allá donde rueda. Los canarios lo han visto claro y han hecho su oferta (ya han recogido frutos): una exención fiscal del 38 por ciento a las productoras audiovisuales que trabajen en el archipiélago, la mayor de toda Europa y el doble del porcentaje que rige generalmente en el resto de España. El ministro Soria habla de buscar una alternativa a la industria del turismo y ha hecho su apuesta, en cambio, por el petróleo: ha dado la espalda a las energías renovables (y al futuro del medio ambiente). Ahora, Soria ha visto cómo Repsol abandona la búsqueda de hidrocarburos en territorio canario, tras sondear el fondo marino, santuario de cetáceos y tortugas, con las prospecciones con las que también quieren machacar los fondos marinos baleares: con la esperanza de implantar sus plataformas en el horizonte. Repsol se va porque no ha encontrado gas ni petróleo suficiente (no es rentable): desgaste/gatillazo para el peor ministro canario que hayan visto las Islas Canarias en su historia.

Un rodaje es un equipo que ronda el centenar de personas (un poco abajo en estos tiempos de crisis o muy arriba en momentos puntuales y a la hora de los 'extras') que comen, duermen, alquilan coches y demás costumbres mundanas durante una media de diez semanas en el lugar donde ruedan. Después hacen publicidad de la película y el paisaje queda encerrado para siempre en esa proyección que a veces recorre el mundo. Es otra forma de desestacionalizar (la cultura, qué curioso, no suele estar en la mente de los gobernantes a la hora de establecer sus políticas promocionales: prefieren ir a las ferias por su cuenta). Es otra forma de vender/mostrar Menorca al mundo y de generar trabajo. Baleares también cuenta con buen clima y diversidad de escenarios (y está más cerca de la península para el traslado de material), ideales para confeccionar un tejido audiovisual de primer orden. Fernando Colomo se ha aventurado en Menorca con el rodaje de «La isla bonita» y muchos más seguirían sus pasos si las condiciones fueran favorables. Hace falta más visión colectiva y menos intereses particulares a la hora de gestionar los recursos de todos: más trabajo en equipo. «El cine es un vehículo para promocionar un lugar como pocos», subrayó Amigo en ese encuentro que llenaron de anécdotas, y también se refirió a los festivales como otro motor de promoción del territorio y un escaparate para presentar proyectos que buscan pantallas: «Los festivales se están convirtiendo en las salas de cine que se están cerrando». Veremos cómo avanza la película y si alguien toma nota para un nuevo guión de cara a los próximos años.

@anaharo0