Tengo un resfriado cruel que no es de resultas de mi reciente viaje a Irlanda; lo pesqué en el Vallès, donde vive mi hijo, y donde los campos amanecen blancos de escarcha, lo mismo que ocurre sobre el mítico campo de rugby o los bancos del Trinity College. Alquilamos un coche automático en el aeropuerto de Dublín y créanme que mi mujer no se abstuvo de regañarme porque me acercaba demasiado a la izquierda, acostumbrado como estoy a conducir por la derecha. Lo mejor del viaje fue la visita a la catedral de San Patrick, donde se encuentra la tumba de Jonathan Swift, el creador de los «Viajes de Gulliver». Ese fue el libro que me inclinó hacia la narrativa fantástica, el primero que me emocionó, y en la catedral irlandesa se puede ver no sólo el púlpito donde Swift predicaba, sino la mesa semicircular que le servía de altar y también de soporte para escribir. Puse la mano sobre la madera pintada de negro y creí verme transportado a mis primeros años, cuando escribía con mango y plumilla sobre una mesa tan destartalada como aquella. Curioso, que una obra sarcástica y de rivalidad política como la de Jonathan Swift sea hoy un clásico para niños…
Les coses senzilles
Viaje a Irlanda
Tengo un resfriado cruel que no es de resultas de mi reciente viaje a Irlanda; lo pesqué en el Vallès, donde vive mi hijo, y donde los campos amanecen blancos de escarcha, lo mismo que ocurre sobre el mítico campo de rugby o los bancos del Trinity College
19/01/15 0:00
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