Contar con el permiso de conducir no solo es un paso más para muchos jóvenes en la entrada al mundo adulto, la ilusión de tener cierta independencia, de poder conseguir y guiar un vehículo, de no estar pendiente de otros para moverse, especialmente cuando en el territorio en el que vivimos -y ese sería otro debate-, el transporte público es aún insuficiente en horarios y trayectos. Además, se ha convertido en una cualificación necesaria para determinados trabajos, y no son pocos los anuncios de empleo que así lo especifican, es necesario el carné de conducir para poder optar a una oportunidad laboral.
Por eso, el hecho de que los estudiantes que residen fuera tengan restringidas sus posibilidades de examinarse durante las semanas que, precisamente tienen vacaciones y regresan a la isla, no es una cuestión menor. Y no lo es porque al final todo se resume a un problema de perjuicio económico para las familias y de una situación de desventaja para los conductores en potencia.
Es natural que los estudiantes quieran examinarse en Menorca antes de enfrentarse a la conducción, a priori más complicada, en las ciudades donde viven el resto del año, normalmente Madrid, Barcelona o Palma. Por primera vez eso no va a ser posible estas Navidades. Las vacaciones del personal, pero básicamente la falta de examinadores, porque su hubiera suplentes el problema no existiría, han provocado la situación. Puede que no sea un colectivo prioritario ni una cuestión de urgencia pero no por ello deja de ser un agravio. Quedarse fuera del plazo de seis meses para repetir examen será una circunstancia sobrevenida, no elegida, que a algunos noveles les costará 90 euros de tasas. Si a eso le sumas el pago inicial, la amenaza del desembolso de otros 190 euros si fallas las tres veces, y el precio de casi 32 euros por clase práctica de conducir, la máquina calculadora está que echa humo. Sacarse el permiso de conducir no está al alcance de todos y encima se añaden dificultades.