Si no estuvieron para respetar las leyes ni lo que dictaminó el Tribunal Constitucional, ni lo que dice la Constitución, ni lo que dijo el gobierno español, ¿cómo creer que de ser independientes respetarían leyes ajenas o incluso las suyas?
El señor Rajoy se hartó de decirnos que el señor Mas finalmente respetaría la ley. Pues señor presidente, como oráculo de la Moncloa, lo tiene usted pero que muy mal porque el señor Mas con la ley hizo «mangas y capirotes». Por otra parte, señor Rajoy, usted juró cumplir y hacer cumplir la Constitución. A mi modo de ver, lo del 9 de Noviembre en Cataluña estuvo muy lejos de respetar la Constitución. Por lo menos según el Tribunal Constitucional. Dicho esto, celebro que el señor presidente, Rajoy, acertara en no mandar retirar las urnas porque es que estoy viendo la fotografía con la Guardia Civil retirando urnas y con un pie de foto para toda Europa que seguramente diría «esto es la intolerancia española, antidemocrática con Cataluña, oprimiendo la legítima libertad del país catalán». Sí, porque poner aquello de «Espanya ens roba», ya no es posible políticamente hablando, so pena de que el personal se acuerde de la familia Pujol y se lie a ofrecer a quien quiera verlo peinetas y cortes de manga, acompañado todo de una sonora y larga carcajada.
El señor Mas y el señor Junqueras deberían meditar, sopesar con tranquilidad que después de meses de machacona propaganda separatista, después de voluntarios puerta a puerta, los resultados han sido para sus aspiraciones muy magros. De los 6.200.000 convocados a las urnas (900.000 emigrantes), votaron unos 2.200.000, de los que sólo 1.700.000 dieron el sí a la independencia. Creo que no es difícil comprender, por mucho que sea el fanatismo que se tenga almacenado, que 1.700.000 personas no pueden llevar nada más y nada menos que a la secesión a toda Cataluña, 7.571.000 habitantes.
Tengo la percepción de que el independentismo catalán está más en las ganas y en la mente de sus promotores que en las voluntades del pueblo catalán.
No se me alcanza a comprender qué extraño rigor manejan Junqueras, Mas y algunos afines para presentar como un éxito lo que en puridad fue un estrepitoso fracaso. Tampoco comprendo como el señor Rajoy estuvo esperando hasta la crítica hora para que el Tribunal Constitucional dictaminase la ilegalidad de lo que se hizo el día 9, cuando debió desde el primer momento haber hecho que la Constitución se cumpliera. Con qué cara pueden ir ahora a consentir que por manifestarse ante el Parlamento, algunas personas puedan ir a la cárcel. Y no por tres días, si no para cuatro años o cinco.
Los independentistas catalanes han logrado, eso sí, que media Cataluña odie a la otra media. Ese es el coste al que se exponen quienes fomentan estas cosas y de paso, que a millones de españoles ya no les duelan prendas en manifestarse públicamente con su falta de empatía cuando no de un rechazo claro al catalanismo. Triste cosecha la que se ha cosechado, pues además de un fracaso en las urnas, se presenta sin rubor como si hubiera sido una gran victoria. Una gran victoria habría sido que hubiera votado un 60%, que esa fue la votación del pueblo catalán para aprobar la Constitución. Es decir, que 4 ó 5 millones de personas hubieran dicho que sí a la independencia. Eso sí que hubiera sido una gran victoria. Lo otro es engañarse ustedes solitos y encima pretender engañar a los demás.