Antes era más fácil olvidarse de todo y ser olvidado. Una ruptura sentimental, una mala pasada de una amiga, esa persona que ya tiene el cupo de tu tiempo cubierto con el horario laboral..., todos podían pasar sin problemas al baúl de los recuerdos que no molestan, donde nuestro cerebro desactiva aquello que no nos interesa estar reviviendo constantemente. Ahora no es así. Si no formas parte de una red social pareces un huraño tecnológico, un apestado de la sociedad virtual en la que, nos guste o no, se cuecen cosas de las que hay que enterarse. Si participas en el juego, por muy prudente que seas -y esto incluye no informar de actividades tales como a qué hora te acuestas o si te sientes triste o cansado cada cuarto de hora-, estás expuesto, y es muy probable que entres en la eternidad de los buscadores de internet sin quererlo.
Vía libre
Caer en el olvido
21/10/14 0:00
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