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Para tenerlo a mano, recorté de «Es Diari» lo de la «Mostra de Cuina Menorquina», del 19 al 28 de septiembre y el artículo de L. B. que titula «La sabrosa vuelta gastronómica a la isla», con el soporte gráfico de Josep Bagur Gomila. Siempre tuve para mí que la gastronomía debe ser en Menorca un referente de la oferta turística importantísimo. Por eso ¡bien, muy bien! por los organizadores de este evento gastronómico de la Mostra de Cuina Menorquina. Desde esta atalaya del MENORCA déjenme expresarles un sentimiento personal, mi enhorabuena y mi más sincera felicitación. Es de agradecer que algunas personas dediquen parte de su tiempo al esfuerzo que supone siempre organizar cualquier tipo de evento. Por esa trocha siempre me encontrarán de camino, dispuesto a compartir idénticas inquietudes y deseos.

Por fin se organizan concursos de quesos y catas de vinos. Promover concursos dentro de las amplias posibilidades de nuestro rico y genuino patrimonio de los productos que se elaboran en Menorca, es una manera perfecta para potenciar de paso la industria local. Y eso se traduce en riqueza y en bienestar propio. Por eso, aunque sólo fuera por eso, todo lo que se haga para divulgar nuestra cocina y nuestros productos menorquines, debe de contar con todas las facilidades administrativas que sean posibles. Y luego un ruego, porque eso es primordial, que la gente de Menorca les dé una buena acogida. Si todo va por el mismo camino, no les quepa duda de que estaremos dando un buen empujón a la industria alimentaria, incluida la agroalimentaria, y a la hostelería. Al final todo ello revierte en crear puestos de trabajo o por lo menos no perder los ya creados.

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Conozco eventos agroalimentarios que crean muchos puestos de trabajo y dan un gran alivio económico a muchas familias del  mundo rural, marinero y de la hostelería.   La semana del marisco en San Vicente de la Barquera (Cantabria), la semana de la feria del queso en Cangas de Onís (Asturias), la semana del pintxo en Bilbao o en Alcalá de Henares por poner solo algún ejemplo.

Menorca tiene una industria chacinera que por ejemplo aquí en Madrid está prácticamente inédita. Una vez al año puede darse el caso de encontrar en alguna gran superficie alguna sobrasada de Ciutadella. Luego ya no se encuentra absolutamente nada. Ni sobrasada, ni cuixot y menos aún butifarró blanc. Sin embargo hay sobrasada mallorquina a carretadas. Una sobrasada que, para mi gusto y dicho con el máximo respeto, es prácticamente inútil para prepararla frita, a la brasa o as caliu. Nada que ver con la sobrasada menorquina. Algo incomprensible cuando Menorca tiene, ya digo, unos productos del embutido del cerdo incomparables como incomparables son el común de nuestros quesos, nuestra repostería, nuestro gin y ahora ya nuestros vinos. Productos que hay que potenciar. De momento, una forma de hacer menorquinismo es consumir nuestros productos, entre otras razones porque además son mejores que muchos otros foráneos.