Había en Florencia un jardín lleno de fuentes con prodigios y cisnes, algunos de los cuales tenían cabeza de doncel o de doncella. Muchas noches una ninfa salía de la Galleria degli Uffizi y bajaba a bañarse en el estanque a la luz de la luna, y se abrazaba a un cisne mayestático que tenía plumas de plata y pico de oro y cantaba arias de ópera con una voz sonora, excelsa, que tenía la virtud de dejar en paños menores a cuantos la escuchaban. Pero el canto del cisne desnudaba también los corazones y hacía llorar al más pintado, pues era tremendamente humano, y cada noche el cisne moría después de su acto de amor y era enterrado con un cortejo riquísimo; pero a la noche siguiente había otro cisne canoro en el lago y volvía la ninfa y así por los siglos de los siglos.
Les coses senzilles
Visión de Florencia
06/10/14 0:00
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