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Los agujeros de Siberia se tragan el planeta. La tierra se autofagocita, como si hubieran tirado al mar millones de litros de la droga caníbal. Cada verano caen bandadas enteras de pájaros en extrañas circunstancias. Cada verano los brotes de enfermedades que acabaran con la humanidad, gripe aviar, Ébola, resurgen como la cólera de un dios muy mosqueado. Cada verano los medios están salpicados de noticias con tintes misteriosos y apocalípticos propias de programas tipo «Cuarto Milenio». Les gusta meternos miedo.

Cada verano se descubre una tribu nueva en el Amazonas que nunca había tenido contacto con la civilización, como si quedara ya suficiente Amazonas para que alguien se esconda. Cada verano muere algún famoso y cada verano algún otro famoso tiene hijos, asegurándose así la continuidad del clan de la fama.

Cada verano alguien comenta que no recuerda un verano tan caluroso como éste, o que el tiempo se ha vuelto loco. Cada verano las madres están deseando que empiece el cole, porque las vacaciones escolares se hacen muy largas, y digo bien cuando digo madres, en temas de igualdad se están dando pasos de cangrejo, regresando a una sociedad aún mas misógina.

Cada verano continúan abiertas las guerras que nunca se cierran y se abren otras nuevas, ucranianos, sirios o palestinos los niños son niños. Cada verano el presidente de nuestro país se va unos días de vacaciones, otros venían a Menorca, este se va a Galicia a hacer camino, ojala el apóstol Santiago pudiera inyectar sensatez y empatía en su cabeza, pero supongo que los lobbies que le tienen cogido por la barba, unido a tantos año de pisar moqueta y bajarse de coche oficial, le ha hecho olvidarse de para quien trabaja, de para quien debería trabajar.

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Cada verano se imputa a un nuevo corrupto, las elites están podridas y en verano con el calor huele todo muy mal. La directora del FMI, Christine Lagarde, ha sido imputada por fraude, la misma que aconsejaba a nuestro gobierno que nos exprimiera hasta el tuétano mientras ella navega por la vida en yates de lujo, este verano ha sido señalada como corrupta y ladrona, ¡viva la ética de las clases dirigentes!

Cada verano Silvana y Mari veranean en nuestra Isla. Cada verano van a la playa a dormir, les gusta descansar sobre la arena, oír el mar, darse el último baño al anochecer y el primero cuando toca el sol. Les gusta tomarse un vino en las copas de plástico que tan mal imitan el cristal. Cada verano se dan un beso antes de dormir y se despiertan con otro, ternura y amor con mayúsculas.

Este verano discutieron con una pareja en la playa. Cuando regresaban de darse un baño una pareja muy joven les estaba cerrando la sombrilla, Silvana se acercó a ellos y les dijo: «Esa sombrilla es mía, la compré en Ayamonte». Mari la miraba perpleja, ¿por qué habrá dicho lo de Ayamonte?, parece que al dar un dato tan concreto se garantizaba la propiedad de la misma. La joven pareja se dio cuenta del error al ver su sombrilla detrás de un matorral, una racha de tramontana la colocó allí, pero la chica no pudo contener su rabia por la equivocación y entre dientes escupió un: «Lesbianas de mierda».

Cada verano que pasa el mundo parece irse un poquito más al carajo, pero no desfallezcamos queridos lectores, si el Atlético le ganó la Supercopa al todopoderoso Real Madrid, si Silvana y Mari, a pesar de todo, se siguen amando, y si un niño ucraniano, de Gaza o de Ayamonte, nos da una sonrisa, obligados nos vemos a mantener la esperanza, verano tras verano.

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