El Vueling de Ana llevaba retraso sobre el de Laura.- Aquí Mahón. Anuncian media hora, pero véte tú a saber. Mientras, voy a contratar el coche. Ana, aquí el calor es africano, te aviso.
- Oye, no te olvides de que el 4x4 sea descapotable.
- Vale, vale. ¿Sabes con quién me he encontrado recogiendo maletas? A Patricio.
- ¡ No me digas! ¿Aquel noviete mío que resultó ser impotente?
- No exageres. Él es de aquí y ha venido a pasar unos días con su familia. A ti te llamaba «mi incierta lesbiana», recuérdalo…
- O sea, que te empeñas en que volvamos a Menorca, y al primer indígena que encontramos es a él, al «colombófilo». Vamos bien para ligar…
- Ya te avisé que aquí no se liga, no ha existido nunca la tradición de «picadores» que tuvo Mallorca; los chicos salían de juerga solos, con sus guitarras y sus garrafas de gin local. Cuando a Mallorca la inundaban ya las disponibles europeas, ellas no venían todavía; cuando llegaron, los locals ya se iban dedicando, piano piano, a sus paisanas… Y por cierto, Patricio no es colombófilo, sino ornitólogo...No le creo impotente; como a todos, les faltaba ensayo…
- Bueno, me parece que están llamando mi vuelo. Hasta ahora.
- Se me olvidaba, Ana: él ha insistido en que cenemos juntos los tres esta misma noche. ¿Quizá podrías hacer atendible tanta impaciencia suya, mi querida psicóloga.
- En Menorca, el aroma de las feromonas se petrifica de humedad y sana ruralía…