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Casi 48 metros de escalera mecánica para subir, a razón de 0,5 metros por segundo, desde el puerto de Mahón a la ciudad, salvando la cuesta de Ses Voltes y, cómo no, la polémica está servida. Sobre cuestiones estéticas nunca llueve al gusto de todos pero al menos a este proyecto no se le puede negar funcionalidad. Además hay que recordar que el dinero lo pone Autoridad Portuaria de Baleares, ente que después de mucho tiempo demuestra sensibilidad y afloja el bolsillo para mejorar un puerto que es de interés general y del Estado, así que no serán escaleras pagadas por los mahoneses sino por todos, cosa que creo correcta, dadas las elevadas inversiones que se llevan otros puertos.

De hecho, la mejora de las conexiones entre el puerto y la zona urbana ha sido una inquietud no de este, sino también de anteriores equipos de gobierno del Ayuntamiento, que promovieron actuaciones que se han estrenado en este mandato, como el ascensor, muy utilizado, que se instaló en el muelle de Llevant; otra cosa es que a medida que se acercan las elecciones se quieran hacer lecturas políticas de todo cuanto se realice a partir de ahora en el municipio.

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El atractivo del puerto viene acompañado del escollo que supone subir y bajar las cuestas y escaleras que lo unen al centro histórico, por eso es una actuación positiva facilitar que ambas partes estén ligadas y puedan visitarse –o recorrerse para la vida cotidiana o las gestiones de los propios habitantes de esta ciudad-, de una manera cómoda. Ahora veremos si la obra se realiza con gusto, y el mecanismo queda integrado en el parque; modernidad no tiene por qué estar reñida con armonía.

De estas escaleras podrán beneficiarse no solo los alérgicos a los peldaños sino también personas mayores o con movilidad reducida, sean o no cruceristas. Y si se cumple el proyectado segundo ascensor hacia la plaza Miranda, se salvarán del todo las barreras para aquellos que van en silla de ruedas o manejan un cochecito infantil.