Llegaba el buen tiempo y las playas empezaban a verse concurridas. Por las mañanas se oía la melodía aguda del caramillo tocado por un niño avispado que anunciaba las fiestas de Sant Joan. En los atardeceres plácidos de comienzos de junio salían a cabalgar jinetes sobre caballos negros y briosos, acostumbrándose a las calles de la ciudad, y ya no cabía duda de que se ve, se siente, Sant Joan está presente. Pero ahora los signos se multiplican; aparecen abanicos con motivos de las fiestas, se montan exposiciones con cuadros interpretativos de la gran ocasión, incluso se publican libros como el de Joan López, titulado «Caragols dels Jorns», aunque en ese caso las fiestas de Ciutadella parecen más una excusa literaria que un motivo puramente folclórico.
Les coses senzilles
Sant Joan poético
16/06/14 0:00
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