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La palabra resonancia viene del latín y según la Real Academia Española de la Lengua significa la «prolongación del sonido, que se va disminuyendo por grados», y también, «el sonido producido por repercusión de otro». En una tercera acepción dice que es «cada uno de los sonidos elementales que acompañan al principal en una nota musical y comunican timbre particular a cada voz o instrumento», y en una cuarta, que no última, la «gran divulgación o propagación que adquieren un hecho o las cualidades de una persona en alas de la fama».

En el caso de la exposición 'Ressonàncies', que hasta mañana miércoles se puede visitar en horario de 18.30 a 20.30 horas, en el Espai Sant Josep de Ciutadella, esos cuatro primeros significados responden en cierto modo a lo que ha supuesto esta reunión de energías. El primero, porque el ruido de esta muestra empezó con una idea, un alboroto de Rosa Lleonart, y porque la algarabía durará, siempre con el apoyo de Marga Campins y la ayuda de todos los que han ido brindando su tiempo, sus recursos, su arte y sus ganas, hasta que se apague en silencio, en la despedida: ese momento de descolgar cuadros, ese rato mudo de ir dejando vacíos los pies de las esculturas y devolver a su lugar el sillón de las lecturas y los microteatros, para dejar así vía libre a otra exposición, a otro sueño. Quedará el blog, 'De la paraula al moviment' y quedarán los recuerdos, esos que decía Ramón Gómez de la Serna que encogen como las camisetas. Nostálgica por adelantado: defensa personal.

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El segundo significado de la palabra 'resonancia' también es digno de este proyecto, porque ha sido a partir de unos textos, de unos relatos de más o menos ficción, según el caso, elaborados en la intimidad, desde los que otros artistas han jugado para ponerles rostros, formas y colores. Esos textos han nacido en unos talleres literarios en los que pedía a los escritores objetivos concretos. Algunos relatos respondieron a la tarea de usar un tipo de narrador, otros a la de hacer notar el paso del tiempo o a la misión de practicar los diálogos en un texto narrativo. Y de esas directrices idénticas fueron surgiendo unas historias, que no son todas las que salieron/resonaron en esos encuentros, ni están todos los autores que han pasado por ellos hasta la fecha (habrá más oportunidades, seguro) pero que de idénticas, si han podido leerlas, no tienen nada.

Ese mismo terreno pisa la tercera acepción: sonidos/obras/representaciones que acompañan al principal, en este caso es la palabra (toda una diva), y que comunican un timbre/tono/visión particular a cada voz/instrumento/manos. Y por último, también ha venido en el lote, con un eco a pequeña escala, la cuarta, la fama, el boca a boca: operación de salvamento. Hay otros significados oficiales para la resonancia pero no son tan bonitos si van acompañados de adjetivos como 'magnética', que por su cuenta sí luce, pero en según qué equipo se convierte en mal presagio. Yo sumaría en cambio una nueva acepción a esta palabra, la de «pequeño milagro», por lo que tiene de «experiencia conjunta», como destacó Anna Maria Bagur el día de la inauguración o de «ejemplo de cooperación, en un tiempo en el que es muy necesaria», como señaló el pintor Pacífic Camps, que tomó la palabra en representación de los profesores del Centre Municipal d'Art de Ciutadella, cuyos alumnos de escultura, fotografía y pintura se han volcado en dar una segunda vida a estos relatos. «La competición no abre la conciencia», dijo Camps, «la conciencia la hemos de abrir a través de la cooperación», y la frase (el guante) se ha quedado en mi cabeza, resonando. He pedido auxilio al diccionario: competir viene a ser «competencia o rivalidad de quienes se disputan una misma cosa o la pretenden» mientras que cooperar es «obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin». La primera es un resumen del sistema que hemos creado y que en las últimas décadas muestra su cara más salvaje y la segunda marca el camino del que venimos (nuestros ancestros dejaron la animalidad gracias al concepto de cooperación y de cuidado, así nacieron, entre otras cosas, el lenguaje y la tribu). Es por ese camino por el que podemos salir de una senda en la que gobierna la autodestrucción del planeta y de sus recursos finitos por amor al dinero y al crecimiento imposible, donde desde niños se compite para el enriquecimiento de una minoría, que gana, y el empobrecimiento de una mayoría, que pierde. Parece que aún estamos a tiempo de que resuene la cooperación.

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